La Osa Pérez y la Desastr-osa

Introducción para quien no conozca aún a la Osa Pérez

En el país de los Osos, también llamado Osolandia, viven los osos más listos del mundo, porque hablan, se visten, van a la escuela, comen en platos y con cubiertos... vamos, que son como niños y personas normales, solo que con más pelo y más gorditos. En su país no hay personas, viven con otros animales en sus casas, dentro de un bonito bosque. Comen verduras, frutas y miel, no comen otros animales, y si vieran un niño, no le atacarían, sino que se harían amigos, porque son muy buenos y agradables.

Como cualquier niño o niña, tienen nombres, pero no son los nombres que se les ocurre a sus padres osos, son nombres que explican su personalidad, es decir, cómo son y cómo se comportan.

Por ejemplo, nuestra amiga la Osa Pérez, se llama así porque es una Pérez-osa y no la gusta trabajar. Su papá es muy divertido y bromista, así que se llama Oso Graci, es decir, Graci-oso. La mamá es más seria, y no se suele burlar de nada, por eso se llama Respetu-Osa. Pérez-osa tiene dos hermanos, a su mellizo le gusta mucho jugar, con todos los juegos se entusiasma y solo piensa en jugar, así pues, se llama Oso Riji, Riji-oso. Y el mayor, es un trabajador que siempre quiere acabar pronto, y por eso es el oso Hacend, Hacend-oso.

La Pérez-osa tiene un espejo mágico por el que pasa al país de una niña, la Princesa Alejandra. Se hicieron las mejores amigas y corrieron sus aventuras juntas. Y siguen juntas ayudando a quienes las necesitan, porque son muy listas y siempre encuentran soluciones.

Empieza la aventura.

Los amigos de la Pérez-osa sabemos que no la gusta ir al colegio, porque hay que levantarse pronto, andar el camino, trabajar, estudiar y hacer tareas. Bueno, en realidad a casi nadie le gusta eso de ir al colegio, pero todos nos acostumbramos.

Justo en este día, los ositos debían hacer un trabajo en pareja en el laboratorio. La profesora hizo las parejas y nuestra amiga Pérez tuvo la mala suerte de ser emparejada con la Desastr-osa. Ésta no era mala osa, pero como su nombre indica, era un desastre en todo lo que hacía.

La semana pasada estaba barriendo el aula cuando rompió la escoba. Si llovía se le caía el cuaderno en un charco. Y cuando trabajaba en el laboratorio, tenían suerte si no causaba una explosión atómica.

Pérez, aunque no le gustaba trabajar, dijo rápidamente a su compañera:

- Yo hago la mezcla en la probeta y tú me supervisas, ¿vale?

-¿Qué es supervisar? - Interrogó la compañera.

- Es lo más importante en los experimentos. Me tienes que avisar si hago algo mal para hacerlo bien. -Fue la astuta respuesta.

    Al principio todo fue bien. Desastr-osa mantenía las patas lejos del fuego y las probetas, y Pérez mezclaba los ingredientes haciendo que el agua cambiara de color. Hasta que...

- Me parece que te has equivocado, -advirtió la "supervisora"- déjame a mí...

-¡No! -gritó en vano su amiga forzosa.

    Era tarde. Al querer añadir el óxido férrico que pone el agua roja, tiró la probeta sobre su cuaderno, y al querer apartarlo para que no se mojara, se cayó de la silla.

Resultado, que todos se rieron, y las dos osas se llevaron tarea extraordinaria por no acabar el trabajo en clase. Pérez estuvo dudando un rato si proponer que fueran a su casa o no. Por una parte no quería que la Desastr-osa hiciera alguna de las suyas en su casa, pero cuando se imaginó que la casa de su compañera debía ser también un desastre, se decidió a trabajar en su casa, mucho más ordenada.

-Mamá -dijo a llegar a casa- esta tarde vendrá una compañera a hacer la tarea conmigo.

- Qué bien, -respondió su mamá Respetu-osa - me gusta conocer a tus amiguitas.

    Pero Riji-oso estaba allí y dijo sonriendo:

- Pues la vas a conocer, es nada más y nada menos que la Desastr-osa.

    La mamá osa se tapó la boca para no decir algo irrespetuoso (ya conocían la fama de esta amiga), mientras que el papá, Graci-oso se reía sin tapujos:

- Pobre mi hijita, espero que no sea tarea de química.

- Sí que lo es, -contestó lúgubre la osezna.

- No te desesperes -aconsejó Respetu-osa- recuerda lo que aprendiste en castillo de la Princesa Alejandra cuando llevaste a Horror-oso.

- Si mamá. Que con confianza y comprensión todos los defectos se pueden superar.

    Así que cuando llegó su amiga, Pérez intentó ser positiva y no desesperarse. La recién llegada saludó a la familia cortésmente y subieron a la habitación de la osita. sacaron los cuadernos y empezaron su trabajo, que afortunadamente era teórico y no práctico, es decir, no había que hacer experimentos de verdad.

Todo salió bastante bien. La Desastr-osa perdió uno de sus lápices y rompió la hoja de su cuaderno, pero Pérez no la dijo nada ni la puso nerviosa, y siguieron trabajando tranquilamente. Al llegar la hora de la merienda ya casi habían acabado. Entonces Pérez dijo:

- Voy a buscar pan con miel para la merienda, ¿te gusta?

-Claro que sí -fue la respuesta- aquí te espero.

    La osezna se fue, y aquí llegó el desastre. La invitada se levantó, cansada de no moverse en toda la tarde, y al ver el espejo grande y bonito de la habitación, se acercó a verlo de cerca. Ella no sabía que era un espejo mágico que llevaba al castillo de la Princesa Alejandra. Y no se habría enterado si al acercarse no hubiera tropezado y caído de cabeza sobre el cristal.

La osa cerró los ojos preparándose para el golpe, pero en lugar de eso, cayó sobre una mullida alfombra sin hacerse daño ni romper nada. Sorprendida, abrió los ojos y vio una bonita y gran habitación. Por desgracia, la Princesa no estaba allí para recibirla, en su lugar estaba el mayordomo Uziel, un hombre grande, amable, pero de cara seria, que exclamó con voz potente. 

- Vaya, otra habitante de Osolandia, si quieres iré a buscar a la Princesa.

Pero la osita no le escuchó; como siempre hacía desastres era muy insegura y miedosa (o tal vez era al contrario, a saber), así que se asustó tanto que salió corriendo, y en vez de volver al espejo, salió por la puerta abierta gritando de miedo.

El castillo era muy grande, con pasillos, escaleras, salas, incluso mazmorras. Desastr-osa corría y corría sin fijarse dónde iba, perdiéndose sin remedio. En una de las vueltas, se metió por una puerta pequeña, que se usaba para tirar la basura. Se encontró así fuera del castillo, y siguió corriendo sin comprender dónde estaba.

Mientras, el mayordomo no pudo alcanzar a la fugitiva, así que se fue a buscar a Alejandra que estaba trabajando en la huerta:

- Princesa -contó sin aliento- ha llegado una osita desconocida por el espejo mágico, pero se asustó y salió corriendo. Debe haberse perdido.

Alejandra recordó que la primera vez que Pérez llegó, también se había asustado porque creyó que la iban a cazar, pero no salió corriendo y pudieron hacerse amigas. Pero como esta vez ella no estaba allí... Pensó rápido y contestó:

-Gracias por avisarme. Manda a alguien a buscarla. Yo voy a buscar a la Osa Pérez para que ayude.


    Mientras, en Osolandia, la Pérez-osa volvió a su habitación con la merienda y no vio a su amiga. Se quedó asustada y se asomó a la ventana pensando que lo mismo se había caído. No la vio, y preguntó a su hermano Riji que estaba jugando en la habitación de al lado. 

- No -respondió el osito- por aquí no ha pasado, no la he visto salir. ¿No se habrá escondido para jugar?

    Por si acaso, le hizo caso y volvió a la habitación. Miró bajo la cama, en el armario y el cesto de la ropa sucia. Nada. Ya salía para pedir ayuda a su papá, cuando oyó una voz. Era Alejandra que venía por el espejo.

- Hola Pérez. ¿sabes que una osita ha pasado por el espejo y se ha perdido en el castillo muy asustada?

-¡Desastr-osa!, -exclamó la osita- siempre lo hace todo al revés. Voy contigo a buscarla.

    Y eso hizo, mientras ponía a su amiga en antecedentes sobre Desastr-osa. Cuando llegaron, el mayordomo Uziel les dio malas noticias.

- La osita que vino antes, salió del castillo por la puerta de la basura y nadie la ha visto después.

- Ahora te toca a ti taparte con el abrigo grande -dijo la princesa- rápido y vamos a buscar a esa amiga tuya.

    Así lo hizo y salieron al camino. La princesa no sabía rastrear, pero la osa tenía un olfato más fino, y pronto encontró su rastro, que seguía el camino a un pequeño bosque. La princesa preguntó (Pérez se tapaba con el abrigo y no decía nada, pues no quería que nadie la viera y quisiera cazarla) a algunas personas, que dijeron que sí habían visto a alguien pequeño, peludo con extrañas ropas, correr a toda velocidad por el camino.

Mientras seguían su rastro, a la fugitiva no la iba bien. Al llegar al bosque, vio una extraña casa de lona y unos carromatos fuera. Hubiera pasado de largo pero olió a oso, y se acercó pensando encontrar algún amigo que la ayudara. Se ocultó porque había algunas personas o cazadores, como las imaginaba, y cuando se fueron, se acercó a una jaula donde salía el olor. Allí encontró un oso grande y desnudo.

-¿Quién eres tú, qué haces encerrado, dónde estamos, me puedes ayudar? 

    Pero los osos que no son de Osolandia, no saben hablar, así que solo gruñó con curiosidad al ver a la osita. Desastr-osa siguió hablando cada vez más alto, pero en vez de obtener la respuesta que esperaba, se encontró con que un hombre grande y fuerte la agarraba de la pata, mientras otros más la rodeaban y la decían:

- ¡Una osa que habla! ¿De dónde vienes?

    La osezna se asustó mucho y al principio no podía hablar. Finalmente, pudo decir:

- No me cacen, no me maten, yo no he hecho nada...

    El hombre grande se puso a reír y respondió:

- No somos cazadores, somos artistas de circo. Y nos gustan los animales, trabajan con nosotros y les damos de comer.

    Una mujer delgada añadió entonces:

- Tranquila, ven a la mesa, que estamos merendando, tal vez tengas hambre.

    No fue por hambre, sino por miedo, que Desastr-osa les siguió y comió un poco de pan que la dieron. Los hombres se mostraron amables con ella y lograron al final que respondiera alguna de sus preguntas.

-Soy la osa Desastre, y vengo del País de los Osos. No sé cómo he llegado aquí, estoy perdida y quiero volver a casa. -Dijo de un tirón.

- Nosotros no sabemos dónde está tu país -reflexionó el hombre fuerte- pero podemos ofrecerte que te quedes con nosotros hasta que encuentres tu camino o alguien venga a buscarte. Te ofrecemos trabajo en el circo y serás nuestra amiga.

    La osa miró a los que estaban a la mesa, que la estaban sonriendo, y como no tenía donde ir, aceptó:

-Gracias por acogerme. Pero, ¿qué es un circo?

    Los artistas le explicaron todo, y le propusieron un número para que actuara:

- Trabajarás con los payasos acróbatas, y serás la osa bailarina. Solo tienes que bailar cuando te digamos y seguir las bromas que se nos ocurran. Esta tarde misma puedes empezar. Ven que te enseñemos tu casita.

    Ella pensó que la iban a llevar a una casa de ruedas, pero en vez de eso la metieron en una jaula. Ella protestó entre gemidos.

- ¿Por qué me encierran? Yo quiero estar libre.

- Para que no te escapes, vamos a ganar mucho dinero contigo. Aquí mandamos nosotros y si nos obedeces, comerás, y si no, te castigaremos a palos.

    La pobre osa no tuvo que esperar mucho. Al rato la sacaron y la llevaron a la pista. La hicieron esperar a la puerta, mientras la anunciaban:

- ¡Y con ustedes, recién llegada de Osolandia, la única osa que habla del mundo!

    La pegaron un fuerte empujón y se encontró en medio de la pista. Inmediatamente los  payasos la rodearon y empezaron a preguntarle cosas y reírse de ella. 

- Osa osita, ¿sabes hablar?

-Si, desde pequeñita.

- Qué lista, debe ser la osa más lista del mundo. Y di, ¿cómo te llamas?

- Soy la osa Desastre.

    El público, emocionado al ver que una osa hablaba empezó a reírse ahora también, y más cuando siguió el número. Otro payaso preguntaba:

-Osota, osita, ¿te gustan los pasteles?

- Si.

- ¡Pues toma pastel!

    Y al decir esto, la tiraron un pastel a la cara. Todos se reían... bueno, no todos, había dos espectadoras que llegaron tarde, que estaban horrorizadas. Una iba con un bonito traje de princesa y la otra era peluda con un gran abrigo. Pérez y Alejandra, claro está, que estaban pensando cómo sacar a su amiga de este lío enorme.

    Mientras, el espectáculo continuaba. Era la hora del baile y las acrobacias. Unos payasos se subieron en una pelota gigante y andaban con ella, mientras otros hacían malabares con los bolos, y unas payasas hacían gimnasia artística con un aro. La Desastr-osa estaba en medio bailando; bailaba mal porque no había ensayado, pero lo hicieron a propósito para que se siguieran riendo de ella.

    Y en esto se equivocaron los malvados del circo. En efecto, la gente se reía, pero la osita, nerviosa, se equivocó de pase y dio un traspiés. Al hacerlo, se chocó con la pelota gigante, provocando que los payasos se cayeran, se chocaran con los malabaristas de bolos, que se les cayeron en la cabeza, y las payasas de los aros, también los perdieron... en definitiva, un gran lío, donde todos se cayeron o recibieron bolos en la cabeza.

El público se reía de lo lindo y aplaudía a rabiar, pensando que todo era parte del número. El jefe de pista, el hombre grande, salió a la pista, hizo que todos salieran y la osa se despidiera. Todos saludaron sonriendo... pero al salir se enfadaron con la osa y casi la dan una paliza. Finalmente, una de las payasas la llevó a rastras a su jaula y la encerró diciendo:

- ¡Quédate ahí, y duerme bien porque esta noche no cenas, desastrosa!

    La aludida estaba llorando asustada y ni contestó. Los payasos se fueron a curar sus heridas y prepararse para el nuevo número, yéndose cada cual a su carromato. Nadie notó que en el lío, dos espectadora habían salido y se escondían en las sombras.

- Vamos a aprovechar ahora para liberarla y escapar. -Propuso la osa Pérez

- La jaula lleva un candado y si lo rompemos, el ruido atraerá a los artistas. -Advirtió Alejandra. -Pero vamos a ver a tu amiga de todas formas.

    Así lo hicieron. se acercaron a la jaula corriendo. Al ver a su amiga, Desastr-osa casi grita de alegría, pero por una vez se calló a tiempo y no organizó un desastre. Sabía que ahora no podía equivocarse, y saludó en voz baja.

- Pérez, qué alegría verte, ¿me puedes sacar de aquí?

    Ésta la presentó a la princesa para que no se asustara de ella, y respondió:

- No podemos sacarte ahora porque haría mucho ruido romper el candado. -Le respondió ella.- Hay que distraer a los payasos de alguna manera..

    Y la Desastrosa se puso a pensar, y por una vez se le ocurrió una buena idea:

- Al lado de ese árbol hay una jaula con un oso grande que no habla y parece salvaje.

- Sí, los osos en este país son salvajes y atacan a las personas -Añadió La princesa.- Si le soltamos, todo el mundo tendrá miedo, correrá, chillará... y nos podemos escapar.

- Vamos a romper los dos candados a la vez -Planeó la Pérez-osa con Alejandra- Yo el del oso, que no me atacará, y tú el de Desastr-osa.

    Estaban de acuerdo. Pérez fue a la jaula del oso salvaje y le saludó con cariño:

- Hola tío oso. Vengo a soltarte, espero que no te atrapen. ¿Listo?

    El oso no respondió, pero se quedó quieto y sin gruñir, como si hubiera entendido a esa extraña osa. Pérez agarró una buena piedra, levantó una pata y le hizo seña a su amiga. Contó hasta tres y... ¡crash! rompieron los candados a la vez.

El oso salió de la jaula gruñendo muy fuerte, lo que alertó a los artistas del circo, que salieron a ver qué pasaba. No vieron que Desastr-osa se escapaba, solo tenían ojos para el oso salvaje. Unos se asustaron y se escondieron, otros se acercaron con cuidado a ver si le podían meter en la jaula de nuevo, con palos y látigos.

Pero el gran oso no se asustó, simplemente dio media vuelta y se fue al bosque oscuro sin atacar ni hacer caso a nadie. Era libre al fin, y estaba feliz. ¡Jamás lo volvieron a atrapar!

Mientras, la osa Pérez se alejaba del circo para que no la capturaran a ella ahora. Dio una vuelta por el bosque y tomó el camino del castillo. Por su parte, Alejandra se mezcló con los espectadores que salían, fingiendo estar asustada y salió corriendo dando gritos para llamar la atención. Aprovechando la distracción, Desastr-osa se alejó hacia el bosque y luego se quiso ir al castillo también. Pero aquí volvieron su miedo e inseguridad, y se quedó helada. Fue por eso que una payasa la vio y avisó a los demás.

La osita pensó que la iban a meter de nuevo en la jaula, pero pensó también que sus amigas se habían arriesgado por ella, y ella no podía defraudarlas, así que se reanimó y corrió al bosque, para luego dar media vuelta y salir a toda prisa al camino. Los del circo la perseguían, eran rápidos porque su oficio era de mucho ejercicio, pero no tenían tanta resistencia.

La fugitiva estaba muy alerta para no perder el camino ni tropezar, ni perderse o cualquier cosa que la retrasara. Con una habilidad que no sabía que tenía, esquivó los obstáculos y se mantuvo siempre en el buen camino. ¡No era tan desastrosa como ella y todos se creían!

Ya creía que se iba a escapar, cuando oyó el galope de caballos. En el circo había caballos y se habían montado en ellos para perseguir a la fugitiva. Y los caballo sí son más rápidos que los osos. La osita se asustó un momento, pero no se rindió ni se entregó. Con todo, ya estaban por atraparla, cuando comprendió que tendría que luchar. ¡Esta vez no sería una presa fácil! 

Se volvió, sacó las garras y gruño amenazadora. Aunque ella no lo sabía, los caballos no son muy valientes y se pararon asustados. Se encabritaron y tiraron a sus jinetes. Algunos se quedaron tendidos, pero tres de ellos se acercaron a la osa con látigos y palos. Esperaban que se asustara como antes, pero ella se mantuvo firme y alerta.

Uno de ellos la quiso pegar con su látigo, pero la osa lo sujetó de la punta y de un fuerte tirón, se lo quitó. Otro le tiró una piedra, pero Desastr-osa se agachó y la esquivó. Era una osa nueva, valiente y hábil. Entonces se levantaron los otros que se habían caído y se acercaron amenazantes. Todo iba a acabar mal, cuando llegaron otros caballos por detrás, y se oyó una fuerte voz:

- ¡En nombre del Rey, daos presos!

    Los del circo protestaron en vano, diciendo que la osa era suya y se había escapado. Los caballeros reales les hicieron prisioneros y los llevaron al castillo. No los encerraron en las mazmorras, pero les dieron un buen susto para que no volvieran a raptar ninguna osa parlante. 

Cuando se fueron, la aliviada fugitiva, recibió un abrazo de su compañera, que la decía:

- Muy bien, Desastrosa, has sido muy valiente y muy habilidosa. Vamos al castillo que los reyes te quieren conocer. Alejandra y yo llegamos antes que tú y avisamos a la guardia para que te ayudara

    Y se allá fueron; los reyes Nelo y Fernanda la felicitaron por valiente y lista, la invitaron a una buena cena, y al despedirse la dieron una sorpresa:

- Nuestra amiga Pérez nos ha dicho que antes eras una desastrosa, pero nosotros hemos visto que ya has superado ese problema, así que te vamos a dar esta medalla para que la lleves siempre como muestra de tu superación.

Alejandra le impuso la medalla y luego volvieron a Osolandia. A partir de entonces, la antigua Desastr-osa fue la compañera que todos preferían para la clase de química, incluso empezaron a llamarla por otro nombre: Habilid-osa. Y aunque todos la preguntaban de dónde sacó esa medalla tan bonita, ella no respondía, solo sonreía muy feliz.

Así acaba el cuento hoy. Hasta la próxima.


    



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