La Osa Pérez y el Superstici-oso (lo que crees, lo creas)

 Presentación para quien no conoce aún a la Osa Pérez

En el país de los Osos, también llamado Osolandia, viven los osos más listos del mundo, porque hablan, se visten, van a la escuela, comen en platos y con cubiertos... vamos, que son como niños y personas normales, solo que con más pelo y más gorditos. En su país no hay personas, viven con otros animales en sus casas, dentro de un bonito bosque. Comen verduras, frutas y miel, no comen otros animales, y si vieran un niño, no le atacarían, sino que se harían amigos, porque son muy buenos y agradables.

Como cualquier niño o niña, tienen nombres, pero no son los nombres que se les ocurre a sus padres osos, son nombres que explican su personalidad, es decir, cómo son y cómo se comportan.

Por ejemplo, nuestra amiga la Osa Pérez, se llama así porque es una Pérez-osa y no la gusta trabajar. Su papá es muy divertido y bromista, así que se llama Oso Graci, es decir, Graci-oso. La mamá es más seria, y no se suele burlar de nada, por eso se llama Respetu-osa. Pérez-osa tiene dos hermanos, a uno, su mellizo, le gusta mucho jugar, con todos los juegos se entusiasma y solo piensa en jugar, así pues, se llama Oso Riji, Riji-oso. Y el segundo, el mayor, es un trabajador que siempre quiere acabar pronto, y por eso es el oso Hacend, Hacend-oso.

La Pérez-osa tiene un espejo mágico por el que pasa al país de una niña, la Princesa Alejandra. Se hicieron las mejores amigas y corrieron sus aventuras juntas. Y siguen juntas ayudando a quienes las necesitan, porque son muy listas y siempre encuentran soluciones.

Cuando necesitan ayuda para alguna de sus misiones, la Osa Pérez y la Princesa piden la colaboración de sus familias y de aquellos osos a los que ya han ayudado antes. Éste es el llamado Ejército de Alejandra, porque se juntó por primera vez para salvar a Alejandra de unos raptores que la habían aprisionado. Ansi-oso, Vergonz-oso, Enfad-osa, Impetu-oso, Mim-osa, Engañ-oso, Religi-osa, Pulg-oso, Desastr-osa, Gol-osa. Mañ-osa, Horro-oso, Orgull-oso, Fantasi-osa y Vanid-oso, junto a sus familias, forman este terrible ejército que siempre triunfa.

Empieza la aventura


El profesor-oso de ciencias llegó a su clase, donde le esperaban sus alumnos oseznos, que hoy estaban muy animados, pues en vez de aburrirse en el aula, iban a salir al bosque a hacer una clase práctica. Nuestra amiga la Pérez-osa, por el contrario, hubiera preferido quedarse en clase sentada, pero como a la largo de sus aventuras se había vuelto más responsable y menos perezosa, se hizo a la idea de dar un bonito paseo por el bosque.

Ya estaban saliendo, cuando desde el fondo del aula, alguien exclamó:

- Profesor, yo no puedo ir al bosque... me da alergia.

    Todos sabían que no era verdad, pues ya habían ido al bosque en otras ocasiones, y de hecho, Osolandia es un gran bosque, por lo que el profesor, replicó algo enfadado:

- ¿Piensas que voy a creer esa mentira tan gorda? Anda, y ponte el primero para que no te pierdas. Pérez te acompañará, no sea que se quede atrás.

    A nuestra amiga no le gustó el comentario, pero el profe le guiñó el ojo cuando pasó a su lado y le dijo:

- A ver si te enteras qué le pasa a ese oso loco.

    Y es que, aunque los profesores no conocían al ejército de Alejandra, sí habían notado que la osita Pérez y sus amigos tenían mucha habilidad para ayudar a sus compañeros. Y la osita, ahora bien orgullosa, se dispuso a cumplir esa tarea.

- ¿Qué pasó que no querías venir? Porque el profe tiene razón, eso de la alergia no se lo cree nadie. Ya sabes que te puedo ayudar.

- Bueno... es que... mi horóscopo me dice que no vaya al bosque que me espera un gran peligro.

- Claro, dejarías de ser el oso Supertici si no fueras supersticioso. -Respondió la osezna

- ¿Tú no crees en los horóscopos? -Preguntó el Superstici-oso.

- Yo creo en la fuerza de voluntad, en el ánimo y en la amistad para superar los obstáculos. Seré perezosa, pero no me dejo influenciar ni vencer por nada.

- Pues a mí, los horóscopos se me cumplen. -Dijo muy triste el osito,

    Su compañera reflexionó un momento y contraatacó:

- ¿Todo, o solo lo malo?

- Pues sí, sobre todo lo malo.

    Pérez-osa no en vano era hija de una psicolog-osa y comprendió que era el miedo lo que hacía que se cumplieran los malos augurios. Cuando uno tiene miedo, lo hace todo mal y sufre accidentes. Así que, decidida a ayudarlo, contestó con energía.

- Pues bien, sabe que yo soy una Protectora, y si estás conmigo, nada malo te va a pasar, a no ser que tengas mucho, mucho miedo.

- ¿De verdad?

- Claro que sí. Mira, ya hemos llegado y todo está bien.

    El Supersticioso se animó, y sin separarse de su protectora, cumplió las tareas y pruebas de la clase práctica a la perfección, tanto que el maestro le felicitó:

- ¿Ves? -Le dijo- Tú podrías ser de los mejores de la clase si siempre actuaras con seguridad y tranquilidad.

    Acabada la clase, Riji y Pérez se fueron a casa para almorzar. El Riji-oso estaba asombrado por lo que su hermana le contaba sobre el Superstici-oso.

- Eres genial, -decía al entrar en casa- te inventas cada cosa... y funcionó muy bien.

    Allí, su hermano mayor, Hacend-oso, estaba poniendo la mesa para comer, y se sorprendió al escucharlos.

- Estás felicitando a tu hermana -comentó- eso sí es una novedad.

    Tras dejar sus cosas del cole en la habitación y lavarse bien las zarpas, se sentaron a la mesa, donde Riji, a petición de su hermano, explicó lo que había pasado.

- El profesor la puso como acompañante de Superstici-oso, que tenía miedo de ir al bosque, y no sé qué le dijo mi hermanita, que se le quitó el miedo y el profesor lo felicitó por haber trabajado muy bien.

    La mamá, Respetu-osa, sonrió a su hija:

- Muy interesante, cuenta. No es fácil ayudar a estos osos supersticiosos. Suelen tener muchos miedos.

    Contenta, la osezna les fue contando:

- Me dijo que los horóscopos malos siempre se le cumplían. Así, que para quitarle el miedo, le dije que soy una Protectora y que a mi lado no le pasaría nada malo si no tenía mucho miedo.

- Podías haberle dicho que lo ibas a proteger sin más. -Reflexionó su padre, Graci-oso- ¿Por qué le dijiste lo del miedo?

- Para que se acostumbre a vencer el miedo, y así dejará de tener problemas.

    Su mamá intervino de nuevo:

- Muy bien hecho. Pero a mí me intriga lo de ser protectora, ¿cómo se te ocurrió?

- Quería ayudarlo, y se me ocurrió de repente.

- Nada pasa sin una razón. -Respondió la osa Respetu- Estaba pensando que los reyes, los padres de Alejandra, te podrían enseñar algo sobre esto que has hecho.

- Parece interesante -terció ahora el papá- Podríamos invitarles a cenar el fin de semana, nunca lo hemos hecho, y así todos podríamos aprender.

    A todos les pareció buena idea, y cuando esa tarde, Pérez se lo contó a la Princesa, ésta también estuvo de acuerdo:

- Será muy interesante. Ahora están ocupados, pero esta noche se lo comento, y mañana te respondo. Seguro que les gusta la idea.

    Y así fue. Aceptaron con alegría. También dijeron que llevarían a su mejores caballeros, Darwin y Lucía, para que vigilaran que no llegaran otros osos que no los conocían y evitar problemas. Solo el ejército de Alejandra sabía el secreto.

    El resto de la semana, el Superstici-oso procuró siempre estar cerca de su protectora. Todo le fue bien y empezó a superar sus miedos... pero seguía leyendo horóscopos y cosas parecidas.


 -Hoy mi horóscopo no es malo -le contaba a su amiga- pero he consultado el eneagram-oso y he descubierto que soy un 4, lo que quiere decir que...

    Pérez le interrumpió sin contemplaciones:

- Que te crees demasiadas tonterías. Tú debes construir tu futuro, y no creer que ya estás perdido y no podrás hacer nada que no esté escrito en los horóscopos, eneagram-osos, las estrellas o cualquier otro sitio. Menos miedo y más libertad.

- ¿Y si me equivoco? La libertad me da miedo a veces. -Respondió el osito.- Prefiero que alguien me guíe y me ayude. Por eso leo esas cosas.

    Se acabó el recreo y no pudieron seguir hablando. Ese osito tenía un buen problema, concluyó la Pérez-osa.

    El sábado a la noche recibieron a sus invitados con alegría y abrazos de osos. Cenaron muy felices, y en la sobremesa, la Reina Fernanda empezó a explicarles:

- Pérez, si has dicho que eres una Protectora, es que lo eres. Lo que dices, lo que crees, se hace realidad, lo creas. Mientras quieras, tendrá la energía de protectora para proteger a los demás.

    Los pequeños estaban entusiasmados. Rápidamente, Riji y Alejandra, preguntaron qué energías tenían ellos. La reina respondió:

- La que queráis. Riji, ¿que te gustaría a tí?

- La de ser muy listo, hábil y ganar siempre a todo.

- ¿Y tú, Alejandra?

- La de ayudar y enseñar a los otros.

   La reina Fernanda concluyó:

- Riji quiere la sabiduría, para hacer siempre lo mejor. Ésa será tu energía si te lo propones cada día, aprendes de la vida y no tienes miedo de equivocarte. Y Alejandra, quiere la luz, para iluminar a los que no ven bien en la oscuridad. Ésa será tu energía si te lo propones cada día, aprendes de la vida y no tienes miedo de equivocarte. Os felicito, habéis elegido bien.

    Respetu-osa habló ahora:

- Como veis, el no tener miedo es muy importante. Si os equivocáis, os equivocáis y aprendéis, pero si os dejáis ganar por la inseguridad, perderéis vuestra energía. Si creéis que podéis, podréis, y si creéis que no, no podréis. Así de fácil.

- Por eso decimos: Lo que crees, lo creas.-Añadió el rey Nelo.

    Siguieron hablando, y de noche, los reyes y la princesa se fueron a su castillo. Pérez se quedó meditando sobre todo eso, y pensó que el oso Superstici podía tener un buen problema de verdad: estaba creando muchas cosas malas,

    Como para darle la razón, el Superstici-oso llegó a la siguiente clase con una fea herida en la cabeza. Naturalmente, todos le preguntaron qué le pasó, y él contesto:

- Tropecé bajando las escaleras de mi casa y me golpeé en la cabeza. Me llevé un buen susto. La osa curandera pudo curarme, pero me dolió mucho.

    Fue Pérez, herida en su amor propio de Protectora, la que primero reaccionó:

- ¿Y cómo te caíste en tu propia casa? Has bajado mil veces esas escaleras.

- Mi horóscopo decía que me pasaría algo malo, así que mientras bajaba, miraba para todas partes, y no vi bien el escalón. Mi horóscopo tenía razón.

- Que te crees tú eso, cara de queso -respondió la Pérez-osa.- Tenías tanto miedo que no te fijaste en lo que realmente importaba: tus patas y las escaleras. Si hubieras bajado normal, nunca te habrías caído. 

    Su amiga Desastr-osa la apoyó.

- Es verdad. Yo misma, antes era un desastre, pero cuando dejé de tener miedo y adquirí confianza, me volví muy habilidosa. -No dijo que fue gracias a una aventura en el país de Alejandra, pero todos, que la conocían, asintieron, incluída la profesor-osa de lengua, que había llegado a clase.

- Una vez sentados, el osito herido dijo a Pérez:

 - Tú eres mi protectora, pero no puedes estar siempre a mi lado. Tengo que encontrar una solución.

- Ya sabes la solución: no creer en tonterías, creer en tí mismo y no tener miedo.

    No hubo respuesta del osezno, pero claramente, no estaba convencido.

    Sin embargo, a los pocos días, el Superstici-oso tuvo un cambio espectacular: estaba más contento, mas seguro, y dejó de tener accidentes y miedo. Y curiosamente, de hablar con Pérez.

    Lo que también notaron, es que cada día traía algo nuevo: cintas de colores, collares, colgantes, insignias...

    Una noche  Respetu-osa, mientras cenaban, preguntó a su hija:

- ¿Cómo te va como protectora de tu amiguito?

- Pues no va. Casi no me habla. De todas formas, ya no tienen accidentes ni miedos.

    Su hermanito añadió:

- Y se ha vuelto algo presumido, ahora trae adornos y cintas cada día.

- Qué raro -reflexionó la mamá- Puede que sean amuletos.

- ¿Qué son amuletos? Preguntó la osezna.

- Son objetos que dan buena suerte o protegen a una persona, aunque casi siempre son falsos, pero si te lo crees, puede funcionar un momento.

- Entonces, tu amigo no tiene confianza en sí mismo -intervino el papá- sino en los amuletos. Y si le faltan los amuletos, se morirá de miedo. En realidad, no está avanzando nada.

- Tienes razón. -Dijo Respetu-osa- Y por cierto, sería interesante saber de dónde saca esos amuletos.


- Pues lo haremos, ¿verdad, Pérez? Será divertido. -Se entusiasmó el Riji-oso.

- Pues tened cuidado,-aconsejó Hacend-oso- Eso puede ser cosa de brujas.

- Pues tienes razón -asintió su padre- hace tiempo que no hay brujas por aquí, pero nunca se sabe. Algunas brujas suelen ser estafadoras mentirosas que con sus historias y amuletos ganan mucho dinero.

    Naturalmente, nuestra amiga no tuvo miedo, pero sí que el Superstici-oso puso las cosas difíciles. El osito Riji, a veces tan impetuoso como su hermano mayor, le preguntó directamente:

- ¿De dónde sacas esos amuletos?

- No son amuletos. -Respondió nervioso el osito Superstici- Son adornos. ¿No puedo llevarlos?

    Pérez entonces, le pidió al Vanid-oso, el último miembro del ejército de Alejandra, que preguntara por esos "adornos", por que él mismo, como buen vanidoso que había sido, sabía de esas cosas.

- Hoy vienes bien elegante -le dijo con fingida admiración- Me gustaría comprar adornos parecidos, en qué tienda los venden?

- Me los regala una amiga- y tras eso, se alejó sin decir más.

    Y aunque siguieron intentándolo, no hubo manera de enterarse. Los oseznos propusieron espiarle para ver de dónde sacaba los amuletos, pero Respetu-osa se opuso: espiar es malo e irrespetuoso. Pero entonces empezaron a pasar cosas que la hicieron cambiar de idea.

    Primero, notaron que el osito dejó de llevar almuerzo al colegio. Durante el recreo todos llevaban algo de comer o lo compraban en el kiosko. El osito Superstici también lo hacía... hasta entonces.

    Segundo: Empezó a pedir prestado dinero a los amigos, como decía, "para algo importante".

    Tercero: En vez de comprobarse cuadernos y útiles escolares, usaba los que tenía hasta que ya no servían de nada.

    Cuarto: Llegó un día sin amuletos, muerto de miedo y tropezando a cada paso, totalmente nervioso y descuidado. Esta vez sí dejó que Pérez le ayudara, incluso pidió que lo acompañara a su casa, aunque no quiso decir qué le pasaba.

    Esa tarde, la osezna se lo contaba a su amiga Alejandra, y ella concluyó:

- Eso quiere decir que se le acabó el dinero para comprar más amuletos. Mis padres dicen que esos estafadores, al principio los regalan, luego los dan baratos, y cuando ya te has habituado, los cobran muy caros. Si se desespera mucho, hasta será capaz de robar.

- Pues entonces, aunque mamá no quiera, creo que ha llegado el momento del espionaje. O dicho de otra forma, el ejército de Alejandra pasa al ataque.

    En efecto, Respetu-osa se mostró de acuerdo:

- Es verdad, mañana mismo organiza a tus amigos, hay que vigilarlo todo el día, sobre todo a la noche, que será cuando se escapa de casa. Yo iré a hablar con su mamá para evitar que se enfade.

- Yo te acompañaré -dijo Graci-oso- en cuando los peques vayan a clase, podemos ir.

    Intervino entonces Pérez:

- Yo pensaba en otra cosa aún. Si mañana llega sin amuletos y desesperado como hoy, le podemos prestar dinero, así irá pronto a ver a quien le vende esas cosas.

- Esa es mi hija -aplaudió su papá- Muy buena idea.

El plan se puso en marcha en el colegio. Pérez y Riji reunieron al ejército y les compartieron su plan, haciendo turnos de vigilancia. Como el Superstici-oso vino sin amuletos y muy nervioso, encargaron a Horror-oso que se acercara a él y le prestara dinero.

- Hola Superstici -Le saludó el osito Horror- ¿estás enfermo? tienes mala cara.

- Si, no... bueno, sí, necesito comprar hierbas, pero me he quedado sin dinero. -Mintió el osito.

- Si quieres, te puedo prestar algo...

    Y así de fácil se arregló la cosa.

    Pérez y Riji acompañaron al Superstici-oso a su casa, y luego, el resto del los amigos, hizo turnos para vigilar. Tras la cena, otra vez los dos hermanos fueron a su turno, acompañados de la princesa, que quería ayudar.

- Si va a ver al brujo, seguro que es de noche -decía Pérez- se escapará de casa sin que su madre se entere, como hacía Pulg-oso.

- Nosotras descubrimos el bosque de pulgas -recordó Alejandra.

    Siguieron en silencio hasta la casa del osezno, y apenas esperaron cinco minutos, éste salía con cuidado por la puerta. Nuestras amigas lo siguieron sin que se enterara, y al cabo del rato, en un claro del bosque, vieron una vieja osa al lado de una hoguera. El osito se dirigió hasta ella, y la llamó:


-¡Bruja Envidi-osa, ya he vuelto con dinero!

    La Osa Envidi era una malvada osa, con su marido Cuern-oso y su hijo Bab-oso, que una vez raptaron a Riji-oso y su amiga Mani-osa, otra vez quisieron sabotear el equipo de fútbol de Ososuna, y luego raptaron también al Vanid-oso. Pérez y el ejército siempre la vencían, pero la vieja seguía intentándolo.

- Esa malvada nunca aprende -exclamó la princesa- tengamos cuidado, que los otros osos malos también estarán por aquí.

- Por eso no querían que él hablara contigo -le dijo Riji a su hermana- sabía que la descubrirías.

    Mientras, la Envidi-osa, disfrazada de bruja, habló a Superstici-oso:

- Llegas tarde, dale el dinero a mi sirviente, a ver si basta para pagar el súper amuleto que te tengo preparado.

    Bab-oso salió de la oscuridad, y recogió el dinero.

- ¡Esto es solo la mitad! -Gritó la vieja- Te acecha un gran peligro y no quieres pagar.

- ¡No! No tengo más dinero ahora.

- Pues tienes dos días para completarlo. Y si no vienes, sufrirás las consecuencias: te enviaré mis dos demonios para que te castiguen.

    Al decir eso, salieron dos figuras de negro detrás de ella. Naturalmente, eran Cuern-oso y Bab-oso, pero el osito estaba muerto de miedo y no los reconoció. Los tres malvados se echaron a reír, y el oso Superstici salió corriendo.

Los tres espías volvieron más tranquilos, mientras reflexionaban.

- Podemos llamar a la Polici-osa. -Sugirió Riji-oso.

- No es buena idea -respondió Alejandra. El osezno tiene tanto miedo que aunque los encierren, seguiría creyendo que la bruja lo va a castigar.

- Hay que quitarle los poderes a la bruja, aunque no los tenga. Algo así como hicimos con el Sumo osordote, que hacía trucos mentales y casi roba a toda la aldea. -Resolvió la Pérez-osa.

    La princesa sintió:

- Para quitar los poderes a una bruja, se necesita un bruja más poderosa. ¿Quién podría ayudarnos?

-  Alguien terrible que de mucho miedo. -Añadió el oso Riji.

- Nuestra querida tía abuela, la terrible Enfad-osa. Aunque ahora no sea tan terrible, con unos cuantos gruñidos, les asustará a todos y convencerá a Superstici-oso. -Sugirió Pérez.

- Y si la bruja mala tiene dos demonios, nuestra bruja buena deberá tener dos ángeles, como aquellos con los que asustamos al sumo osordote: mis caballeros con armaduras. -Terminó la princesa.

    En el camino a casa fueron concretando su plan. Y al llegar, lo contaron a los adultos, incluido los reyes, que habían pasado el espejo mágico para ver cómo iban las cosas.

    Tras escucharlo, todos estaban de acuerdo, aunque Hacend-oso encontró un problema:

 - Pero habría que avisar a la tía abuela, y aunque la escribamos ahora, la carta tarda en llegar, y luego ella debe viajar.

    Los pequeños se quedaron en silencio, esa pega no la habían pensado. Pero la reina no se preocupó:

- No tenéis más que llamarla. Si usáis vuestras energías juntos, ella lo sabrá; el hada Yosoy también ayudará. La Protectora, el amigo de la Sabiduría y la Luz, tienen ese poder. Recordad: si lo creéis, lo creáis.

    El rey Nelo añadió:

 - Hacedlo ahora, tomaos la manos y las zarpas y sentir vuestra energía. Los mayores también ayudaremos.

    Así lo hicieron, y al cabo de un rato, Pérez soltó sus zarpas y exclamó:

   - Ya está, llega pasado mañana

- Por la mañana. -Añadió su amiga.

    Si alguien tenía alguna duda, se calló, e hizo bien, porque la osa Enfad llegó puntual y fue recibida por todos con mucha alegría y grandes abrazos de oso y de princesa.

- Claro que oí vuestra llamada -explicó cuando se serenaron un poco.- Esa misma noche, en sueños, el hada Yosoy me dijo que escuchara, eso hice y aquí estoy. La otra vez fue para encontrar la corona de la princesa, y ¿esta vez?

    Pérez contestó por todos:

- Para salvar a Superstici-oso de la bruja Envidiosa.

    Entre todos le contaron el plan, y ella prometió divertirse mucho.

    Esa noche, todos estuvieron listos. El ejercito de Alejandra pasaba al ataque. Unos vigilaron la casa de Superstici-oso, y cuando salió, dieron la señal. Otros espiaban a la banda de la osa Envidi, y también avisaron cuando llegaron. Los ángeles (caballeros del rey, incluído el mismo rey Nelo, que también quiso participar) rodearon el claro de la hoguera. Por último, la bruja buena, se escondió en el paso para entrar rápidamente. El resto del ejército también rodearon el claro para ver lo que pasaba y ayudar si fuera necesario.

    Entonces llegó el pobre oso, siempre temblando de miedo; había robado unas joyas de su madre, y esperaba que eso valiera el precio de su súper amuleto. Al llegar, la Envidi-osa lo llamó.

- Ya era hora. Espero que traigas el dinero, porque mis demonios tienen hambre.

- Yo traigo unas joyas muy valiosas.

    Se las entregó al demonio Cuern-oso, quien se las pasó a la bruja malvada, que exclamó:

- No son tan valiosas. Te daré el amuleto, pero solo dura una semana, así que busca más dinero para la próxima vez, o si no, ya verás la de cosas malas que te van a pasar.

    El pobre osezno lloraba:

- Pero me dijo que era un súper amuleto que duraba mucho tiempo. No puedo robar más joyas...

- Entonces, vas a morir -sentenció Envidi-osa

    Y en efecto, el osito perdió el resuello, las fuerzas y la vista. Se sentó en el suelo creyendo que de verdad iba a morir. Pero entonces, llegó Enfad-osa disfrazada, la bruja buena.

- ¡Mientes bruja Envidi-osa. El osito no va a morir!

    Y la malvada, preguntó con rabia:

- ¿Quién eres tú? Ten cuidado, yo soy una bruja de mucho poder, y tengo dos demonios a mi servicio.

    Los dos demonios, se acercaron amenazantes, pero Enfadosa gruñó de forma terrible, y se rio muy fuerte.

- Yo no soy una simple bruja como tú, yo soy una Destructora. Este osito tiene una Protectora y ella me ha llamado. Si tú tienes demonios, yo tengo ángeles.

    La osa Envidi empezaba a asustarse, pero de todas formas intentó resistirse:

- Demonios, ataquen a esa bruja fea.

- Ángeles, apresen a los demonios.

    Bab-oso y Cuern-oso avanzaron para atacar a Enfadosa, pero antes que se acercaran a ella, los ángeles, es decir, los caballeros con armaduras, salieron del bosque y les echaron una red encima, los ataron y se los llevaron. Los dos demonios gritaban de miedo, pero eso no les sirvió de nada. Entonces, la bruja buena se volvió a la la mala y gritó:

- ¡Tú no tienes poderes, tú no tienes poderes, tú no tienes poderes!

    Como dándole la razón, la vieja quiso huir, pero otra vez las ángeles entraron con una red, y la dejaron allí inmovilizada. En ese momento, los osos del ejército, salieron y se pusieron a burlarse:

- La vieja Envidi-osa no es una bruja, no tiene poderes, solo es una osa mala, fea y tonta. 

    El oso Superstici estaba alucinado, sin saber qué hacer, cuando Pérez se acercó a él.

- Hola, protegido. He hecho esto para liberarte, pero falta una parte. Debes gritar con todos: La vieja Envidi-osa no es una bruja, no tiene poderes, solo es una osa mala, fea y tonta.

Así lo hizo, cada vez más alto y más contento. Enseguida, la osa añadió:

- Ahora debes gritar: Soy un oso libre, no tengo miedo, nada puede dañarme ni asustarme, soy un oso valiente.

    También empezó en voz baja, pero poco a poco, empezó a gritar. El resto de los osos dejaron a la vieja Envidi-osa y se pusieron a gritar con él. Al cabo del rato, Pérez hizo un gesto para que se callaran, y preguntó al osezno:

- ¿Crees lo que dices, es verdad lo que dices?

- Sí lo creo, es verdad, lo creo, es verdad.

    Ahora se acercó la bruja buena para decir:

- Si lo crees, lo creas, si lo crees es verdad. Ahora eres un oso valiente y nada te asusta, con valor y voluntad, y también con tus buenos amigos, superarás todas las dificultades, y jamás necesitarás amuletos ni que nadie te diga lo que tienes que hacer. Cree en ti mismo, y harás maravillas.

    Todos regresaron triunfalmente a casa del osezno, ahora el valiente, para celebrar la victoria. Le explicaron lo que habían hecho, para que viera que con ingenio, voluntad  y amigos, se pueden hacer maravillas. Y muy contento, quiso formar parte del ejército de Alejandra.

    Acabada la celebración, cada cual volvió a su casa. La familia de Pérez despidió a los reyes y los caballeros, y finalmente, Alejandra se despidió de su amiga:

- Eres una gran protectora.

- Y tú, una gran luz. Gracias por tu iluminación.

 - Para eso están las amigas.

    Así acabamos esta aventura, amigos. Hasta la próxima.


    
   

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