La Osa Pérez y la Fantasi-osa en el país de las maravillas.
Presentación para quien no conoce aún a la Osa Pérez
En el país de los Osos, también llamado Osolandia, viven los osos más listos del mundo, porque hablan, se visten, van a la escuela, comen en platos y con cubiertos... vamos, que son como niños y personas normales, solo que con más pelo y más gorditos. En su país no hay personas, viven con otros animales en sus casas, dentro de un bonito bosque. Comen verduras, frutas y miel, no comen otros animales, y si vieran un niño, no le atacarían, sino que se harían amigos, porque son muy buenos y agradables.
Como cualquier niño o niña, tienen nombres, pero no son los nombres que se les ocurre a sus padres osos, son nombres que explican su personalidad, es decir, cómo son y cómo se comportan.
Por ejemplo, nuestra amiga la Osa Pérez, se llama así porque es una Pérez-osa y no la gusta trabajar. Su papá es muy divertido y bromista, así que se llama Oso Graci, es decir, Graci-oso. La mamá es más seria, y no se suele burlar de nada, por eso se llama Respetu-osa. Pérez-osa tiene dos hermanos, a su mellizo le gusta mucho jugar, con todos los juegos se entusiasma y solo piensa en jugar, así pues, se llama Oso Riji, Riji-oso. Y el mayor es un trabajador que siempre quiere acabar pronto, y por eso es el oso Hacend, Hacend-oso.
La Pérez-osa tiene un espejo mágico por el que pasa al país de una niña, la Princesa Alejandra. Se hicieron las mejores amigas y corrieron sus aventuras juntas. Y siguen juntas ayudando a quienes las necesitan, porque son muy listas y siempre encuentran soluciones.
Cuando necesitan ayuda para alguna de sus misiones, la Osa Pérez y la Princesa, piden la colaboración de sus familias y de aquellos osos a los que ya han ayudado antes. Éste es el llamado Ejército de Alejandra, porque se juntó por primera vez para salvar a Alejandra de unos raptores que la habían aprisionado. Ansi-oso, Vergonz-oso, Enfad-osa, Impetu-oso, Mim-osa, Engañ-oso, Religi-osa, Pulg-oso, Desastr-osa, Gol-osa, Mañ-osa, Horro-oso y Orgull-oso, junto a sus familias, forman este terrible ejército que siempre triunfa.
Empieza la aventura
En casa de nuestra amiga Pérez era la hora de comer, la mesa estaba puesta y solo faltaban los dos oseznos, Riji y Pérez. Su hermano mayor Hacend-oso, que llegaba el último, siempre ocupado en su trabajo, se extrañó.
- ¿Y los peques? ¿No han vuelto del colegio aún?
Su madre respondió:
- Pues no. Me dijeron esta mañana que tenían una exposición de cuentos y que sería largo.
Y su padre terció:
- Sí, siempre he dicho que nuestros ositos tiene mucho cuento.
Todos sonrieron, cuando llegó Riji arrastrando a su perezosa hermana:
- Date prisa, que llegamos tarde a comer - Iba diciendo.
- Sólo un poco- sonrió su mamá. -Id a lavaros las zarpas y vamos a comer.
A los pocos minutos, sentados a la mesa, los ositos explicaban su retraso.
- Hoy teníamos exposición de cuentos -empezó Riji- cada grupo había inventado un cuento y lo tenía que exponer.
- Ya, interrumpió su padre- y el vuestro iba sobre una princesa.
- Pues sí -asintió Pérez- para qué inventar si lo teníamos hecho de tantas aventuras.
- Mi Pérez-osita siempre aguda -se rió Graci-oso.
El Riji-oso siguió explicando:
- Todo iba bien, hasta que llegó el último grupo, que contó un súper cuento; muy bueno, pero muy largo. Era el grupo de la Fantasi-osa, que tiene una imaginación desbordante.
- Yo pienso que ella se cree que son de verdad. -Añadió su hermanita- y que sueña despierta muy a menudo. Después de escuchar nuestro cuento de princesas, creo que ella quiere ser princesa también.
Esta inocente conversación hubiera pasado al olvido si no fuera por que unos días después, justo después de la cena, todo el pueblo se asustó al escuchar la campana de alerta. Esta campana solo replicaba si ocurría algo grave, así que casi todos los osos, al escucharla, salieron a toda prisa a la plaza central para ver qué pasaba.
- Allí estaba la Polici-osa acompañada de una pareja de osos: los padres de la Osa Fantasía. Al ver que todos los osos estaban allí, la Polici-osa, gritó:
- La pequeña Fantasi-osa ha desaparecido, esta tarde no volvió de la escuela. Sus padres la han buscado por todas partes, y finalmente, hemos decidido organizar la búsqueda entre todos. Seguro que iba soñando con sus cuentos y se ha perdido...
Rápidamente se organizaron varios grupos y cada cual tomó un camino distinto. Nuestros ositos Riji y Pérez iban con su familia y compañeros del ejército de Alejandra. Saliendo del poblado, el camino se bifurcaba entre el lago y la montaña. No sabían cuál seguir, cuando Pérez recordó:
- El cuento que expuso en clase hablaba de un tesoro escondido en la montaña. Yo creo que ha seguido ese camino.
Como la osezna casi siempre acertaba, siguieron su idea y empezaron a subir. Desastr-osa, que ahora era la más habilidosa, se fijó en un sendero escondido, y siguiendo la trama del cuento, entraron por él.
- En su relato, -contó Pérez- el tesoro estaba en la copa de un árbol, pero solo se veía a la luz de la luna. Espero que hoy haya luna...
Pulg-oso, que además de no tener ya pulgas, estudiaba de firme, gracias a Pérez y Alejandra, contestó:
- Sí hay luna, pero es luna vieja, eso quiere decir que sale tarde, por eso aún no la vemos.
Y Orgull-oso, que dejó atrás su orgullo y también era buen alumno, añadió:
- Cierto, y yo calculo que aún falta una hora para que asome su cara blanca.
Y la Pérez-osa puntualizó:
- Seguro que la Fantasi-osa no sabe eso, se vino pronto y tal vez se ha quedado dormida sobre un árbol, aburrida de esperar.
- Bien pensado -asintió Mañ-osa- vamos a buscar árboles grandes y trepar por ellos. Yo empiezo por éste.
- Yo elijo el de allá -dijo Riji-oso- y seguro que te gano.
El osezno siempre convertía todo en juego, pero a nadie le molestó. Por su parte, Desastr-osa y Horror-oso, hicieron su elección también. Los osos grandes prefirieron no arriesgarse a trepar por su peso, pero se ponían debajo por su algún peque se caía.
Con los entusiastas voluntarios, pronto encontraron a la perdida. Fue Mañ-osa quien la halló, como habían pensado, dormida en la orquilla de un gran árbol:
- ¡Aquí está!
- No grites, -advirtió Pérez- no sea que se despierte sobresaltada y se caiga.
La osa Mani despertó con cuidado a la bella osa durmiente, mientras Hacend-oso trepaba a las primeras ramas, con buen acierto, pues la osita medio dormida casi se cae al bajar. Y al llegar al suelo, murmuró con una vocecita dulce:
- Yo quería mi tesoro...Nadie la riñó entonces. La mamá de Pulg-oso la llevó en brazos a la plaza, donde tocaron otra vez la campana para avisar a todos, que volvieron muy felices al saber que la osezna perdida estaba salvada. Su padre la miró serio, pero dejó para el hogar su reprimenda, y la polici-osa agradeció al grupo del ejército de Alejandra por su ayuda y acierto.
El oso Graci, les guiñó un ojo a todos, y les dijo:
- El ejército de Alejandra nunca falla.
Con lo que todos volvieron a sus casas y terminó el incidente... de momento.
La continuación vino tres días después. Los padres de Fantasi-osa llevaron a su hija a ver la psicolog-osa, es decir, a Respetu-osa, la mamá de Pérez-osa. Mientras, la osezna pasó a ver a su mejor amiga, la princesa, para contarle estas noticias.
- Es cierto -rio la niña- Tengo un ejército fenomenal. Espero que esa osita haya aprendido la lección.
- Pues no creo, precisamente la han traído a casa para ver a mi mamá en su consulta.
- Que tenga buena suerte, entonces. Y si no resulta...
- Una buena paliza. -Fue la repuesta entre risas.
La Osa Respetu era muy buena en su trabajo, y curaba a todos con una condición: que quisieran curarse. Si no querían curarse, tenía que desistir. Y eso respondió a su hija cuando ésta la preguntó por su compañera de clase durante la cena.
- Le gusta vivir en su mundo de fantasía, es más feliz y no tiene que preocuparse de nada.
- Hasta que tenga un accidente -comentó Hacend-oso.
- Ése es el problema. -Asintió la osa.- No es malo tener un entretenimiento, soñar despierta de vez en cuando, relajarse, olvidarse de los problemas... pero dar la espalda a todo sin ninguna responsabilidad, puede ser grave conforme vaya creciendo.
- Sería feliz en el castillo de Alejandra -opinó el osito Riji.
- Solo al principio, -respondió su hermanita- luego vería que allí también hay trabajos que hacer, y seguro que echaría de menos a su familia; sería bueno que fuera allá, así aprendería que la fantasía perfecta no existe.
Todos callaron un momento. Fue su hermano mayor quien expresó lo que todos pensaban:
- Hermanita, una vez más has dado con la solución.
Así fue que Pérez se aguantó la pereza, y en ver de ir a dormir, pasó al castillo para hablar con la princesa. Rápidamente, prepararon otro de sus infalibles planes. Al día siguiente, la princesa habló con sus padres, y cuando dieron su asentimiento, Respetu-osa habló con los padres de la osa Fantasía.
Así fue que a la tarde siguiente, la Pérez-osa habló con la Fantasi-osa:
- ¿Te acuerdas del cuento que conté el otro día?
- Sí, era muy bonito. Yo también quiero vivir como una princesa.
- Pues lo que conté es verdad. Hay un castillo con una princesa, y si quieres, puedes ir a vivir allí. Eso sí, no son osos de Osolandia, sino personas. La princesa es una niña de nuestra edad.
- Qué genial -la Fantasi-osa estaba ya entusiasmada- ¿Cómo puedo llegar allá?
- Con magia, claro. Debes venir a mi casa, hacemos la magia, te duermes, y cuando te despiertes, estarás en el castillo con la princesa. Yo te acompañaré, pero luego me vendré con mi familia.
- ¿Y cuando nos podemos ir? Pregunto la osa Fantasía impaciente.
Pérez sonrió. Todo estaba saliendo bien. Contestó pues:
- Esta noche si quieres, ven conmigo a casa, cenamos y hacemos la magia.
Naturalmente, lo hizo. Y ni pensó en despedirse de su familia, la olvidó soñando ya con ser una princesa.
La familia de Pérez la recibió con cordialidad. Cenaron, y para postre, la dieron un te de de valeriana, que cultivaban en su jardín, para que tuviera mucho sueño. La magia consistió en leer unas "palabras mágicas" que se inventaron Graci y Respetuo-osa. Eran bastante aburridas, así que la osezna soñadora se durmió pronto, y la llevaron entonces al castillo, atravesando el espejo mágico, donde la esperaba Alejandra.
A la mañana siguiente, una de las doncellas de Alejandra, Katia, la despertó:
- Princesa Fantasía, es hora de levantarse, los reyes la esperan en el salón del trono. Venga a elegir su vestido.
La osezna no se lo creía, estaba viviendo su sueño. Se puso un bonito vestido, y un caballero con brillante armadura, la guió por el castillo hasta el salón del trono. Allí se encontró con los reyes Fernanda y Nelo, la princesa Alejandra, y la osa Pérez, quien se encargó de las presentaciones. Una vez terminadas, el rey tomó la palabra:
- Bienvenida al palacio, princesa Fantasía. la Osa Pérez nos ha contado que éste es tu sueño. Pues bien, lo vas a cumplir. Vivirás aquí, y aprenderás a ser una princesa como Alejandra.
La reina Fernanda continuó:
- Vas a tener una prueba de cinco días. Si al acabar quieres quedarte, podrás hacerlo. Eso sí, ya nunca más podrás volver al País de los Osos; te quedarás aquí para siempre. Y lo mismo, si te vas, ya no podrás volver aquí ¿Qué te parece?
- Es estupendo, genial -casi gritó la osezna- claro que me voy a quedar.
La princesa habló a su vez:
- En estos días de prueba, Pérez vendrá a visitarte para orientarte. Luego también se irá y no la volverás a ver. Y ahora, vamos a desayunar.
La familia real se dirigió al comedor. Pérez se quedó atrás con su amiga para darle algunos consejos:
- Ten cuidado, hay que comportarse muy bien y seguir la etiqueta real. Primero comen los reyes, así que no te vayas a servir. Debes dar las gracias a los sirvientes con amabilidad. Los caprichos no son admitidos: debes comer lo que pongan, y con tranquilidad, usando los cubiertos y las copas. Al acabar no te puedes levantar, debes esperar que lo reyes den la señal.
Ella escuchó solo la mitad, y el resto lo olvidó cuando llegó al comedor y vio la mesa super elegante. Los reyes estaban de pie esperando a la invitada, pero ésta ni se fijó, con ojo soñadores, se acercó a la bandeja del pan y estiró su zarpa, cuando...
- ¡Ay! Pérez, ¿porqué me pegas?
- La etiqueta real dice que los reyes se sientan primero, y se sirven primero, debes esperar tu turno, ya te lo había dicho.
Los reyes ni se inmutaron, se sentaron y los sirvientes empezaron a servir. Los reyes les dieron las gracias, la princesa y Pérez también, pero la osa Fantasía, mirando los manjares extraños, no dijo nada hasta...
- ¡Ay! Deja de pegarme.
- Da gracias a la camarera, no seas desagradecida ni orgullosa por muy princesa que seas.
Empezaron a comer. Al traer el segundo plato, una ensalada de zanahorias, la nueva princesa las miró con disgusto, pero recordó que debía comer todo, y así se ahorró otra patadita.
El desayuno continuó, la osita se fue habituando, y casi no hizo nada más mal, cuando dejó de soñar despierta y se fijó en la realidad.
Acabado el ágape, los reyes se despidieron y encargaron a Pérez y Alejandra que enseñaran el castillo a la invitada. Entre las dos la dieron una gran visita guiada, pero ella no se fijó demasiado; pensaba en pasar por allí, con un vestido bonito, con una corona y muchas joyas.
Finalmente llegaron a su cuarto:
- Ésta es tu habitación -enseño la anfitriona-, aquí tienes vestidos, juguetes,... todo lo que quieras. Las doncellas vendrán a limpiarla cada mañana, pero antes de eso, debes dejarlo todo recogido, pues en caso contrario, se llevarán todo lo que no esté ordenado y en su sitio. Instálate, dentro de una hora vendremos a buscarte para enseñarte los patios, las caballerizas y las huertas, que aún no hemos visto.
Las dos amigas se fueron y la dejaron sola. La osa Fantasía entró a ver todas las cosas. Era lo que siempre había soñado: vestidos, juguetes, espejos, coronas, joyas.. Se puso lo más bonito que vio, y salió a los pasillos, mientras soñaba que era la princesa con sus damas y sus caballeros... y soñando, soñando, se perdió en los vericuetos de palacio.
Cuando se dio cuenta, dejó de soñar y se preocupó. Pensó que tenía que haber prestado atención mientras la guiaban por el castillo. Intentó encontrar su cuarto pero no lo logró; tampoco había nadie a quien preguntar el camino... total, que pasó un mal rato hasta que, siguiendo las instrucciones de Alejandra, la caballera Lucía, que la vigilaba desde lejos, la "encontró":
- Princesa Fantasía, ¿te has perdido?
- Imaginaba que paseaba con mi séquito y no me fijé por dónde andaba.
- Te llevaré a tus habitaciones, sígueme.
Muy aliviada, fue detrás de Lucía, que la llevó donde Pérez y la princesa esperaban.
- Te estábamos esperando hace rato -dijo la osa- Ya ves que no puedes ir soñando despierta, te pierdes fácilmente.
Y la aludida, contestó:
- En lo cuentos, las princesas nunca se pierden...
Alejandra se rio:
- Eres una princesa, pero no una de cuento, sino de verdad. Debes aprender varias cosas aún, además de no perderte por los pasillos. Vamos, y fíjate en el camino, algún día deberás hacerlo sola.
Fantasi-osa no disfrutó de sus sueños esta vez. Procuró fijarse en los vericuetos que recorría. Y se le hizo largo el camino hasta salir fuera, a las cuadras. Nunca había visto caballos, y quedó espantada: eran muy grandes y oían mal.
- Quiero irme, me dan miedo estos animales.
La princesa explicó:
- Son caballos, son mansos y amables, los usamos para montar encima y que nos lleven rápidamente donde queremos. Una princesa debe aprender a tratar caballos. Como eres pequeña, te daremos uno de raza pequeña, que se llama pony. Ven a verlos.
Y se metió entre los caballos para ir al otro lado de las caballeriza. La Fantasi-osa no quería seguirla, por lo que la Pérez-osa la empujó, la agarró de la garra, y la llevó quieras que no. Y encima, la dijo:
- Las princesas no son miedosas, son valientes y decididas. En todos los cuentos siempre hay momentos difíciles, ¿no es verdad?
Parece que la nueva princesa lo había olvidado, pero mal que bien, cruzó entre los caballos y llegó al cerco de los ponys. Un mozo de cuadra se acercó con unos terrones de azúcar y la dijo:
- Princesa Fantasía, elija uno de los ponys, y para hacerse su amiga, dele un poco de azúcar en la zarpa.
- ¿No me harán daño?
La respuesta fue un empujón y una frase en voz baja
- Las princesas son valientes, te acabo de decir.
Sin responder nada, se acercó al más pequeño de los ponys y extendiendo la zarpa todo lo posible, le dio los terrones de azúcar; y cuando el animalito se los comió delicadamente, ella retrocedió rápidamente.
- Muy bien, -dijo Alejandra- esta tarde volveremos y terminaréis de haceros amigas. Ahora, vamos a la huerta.
Eso estaba mejor, no la daban miedo las verduras y vegetales. Llegaron pronto y vio que era una gran huerta, muy bien cuidada. En el centro, había una más pequeña, con gran variedad de plantas y hasta árboles frutales.
- Ésta es nuestra huerta -explicó la niña- la que nosotras vamos a cuidar. Me alegra que estés aquí para ayudarme.
Por último, fueron a ver el patio de armas del castillo, donde los caballeros practicaban la lucha... y las princesas también se entrenaban.
Tras la visita, volvieron a sus habitaciones. la Pérez-osa, advirtió:
- Ahora hay que cambiarse y ponerse un vestido bonito. Cuando oigas la campana, hay que ir al comedor para la comida. Procura no tardar, las princesas deben ser puntuales, y si no, se quedan sin comida.
Cuando se quedo sola, la Fantas-osa estuvo soñando con los vestidos y los bailes, hasta que la campana la hizo despertar. Rápidamente se vistió y salió al pasillo, ahora más orientada y fijándose bien, llegó al comedor a tiempo. Los reyes la esperaban, se sentaron y empezaron a comer.
- ¿Te ha gustado el castillo? Preguntaron.
- Claro, es muy bonito, aunque me he perdido la primera vez.
- ¿Y las caballerizas?
- Los caballos me han dado un poco de miedo -respondió con sinceridad.
- Ya habrás visto la huerta -añadió la reina- ¿Eres buena trabajadora?
- Yo pensaba que las princesas no trabajaban...
- En los cuentos, las princesas tontas y delicadas son las que no trabajan. -Sentenció el rey- Las listas y buenas, sí trabajan. Espero que tú seas de las buenas princesas.
- Claro que sí.
Esa tarde tuvo la oportunidad de ponerse a prueba, pues tras darla tiempo a descansar, la caballera Lucía fue a buscarla a su habitación:
- Princesa Fantasía, la princesa Alejandra la avisa que se ponga ropa de trabajo y me acompañe a las caballerizas.
Vaya, ella quería ir guapa como una princesa, pero parece que no tenía más remedio que obedecer. Se vistió rápida y fue a ver los caballos. Aún soñó por el camino que podría montar en su pony y pasear por el prado, siendo admirada por todos...
Nada de eso. Lo que hizo fue barrer y limpiar el establo de su pony, para después lavar y cepillar al animalito. Al menos venció su miedo, pero sudó la gota gorda y se manchó toda. Además, la Osa Pérez ya se había vuelto a Osolandia, y se sintió un poco sola.
A la hora de la merienda, los sirvientes trajeron unos panes con miel y una limonada. Vio que Alejandra se lavaba en un cubo de agua fría, así que ella la imitó, y comió con mucho apetito. Para acabar la tarde, fueron a llevar a pasear a sus ponys tirando de las riendas, porque aún no sabía montar.
Al acabar, Alejandra la sonrió:
- Has trabajado como una verdadera princesa, vamos a bañarnos y nos veremos a la hora de cenar.
La osita no le gustaba bañarse de noche, pero con ese olor, no podía ir con los reyes. En los cuentos las princesas ni olían mal ni se bañaban con agua fría. Estaba algo confundida con todo esto.
La cena fue sencilla, no una fiesta como en los relatos. Tras la comida, quedaron todos hablando. Como una familia normal.Naturalmente, esa noche durmió como un tronco, y casi no se despierta para el desayuno. Llegó muy justa, pero no tuvo tiempo de recoger su cuarto. Para su alegría, Pérez estaba allí, desayunando antes de ir a la escuela.
- Buenos días, princesa Fantasía. Ya me han dicho que has trabajado mucho y vas aprendiendo. Te traigo noticias de tu casa, tu hermanito te echa de menos, quiere que alguien le cuente cuentos antes de dormir y nadie lo hace tan bien como tú. Tu abuela también ha preguntado por ti. Está algo enferma, y esperó ayer que la visitaras. Tendrán que acostumbrarse a que seas una princesa de tus sueños.
La nuevas princesa se quedó algo triste con esas noticias. En los cuentos, las princesas iban a otros países, se casaban con su príncipe azul y nadie las echaba de menos, ni ellas echaban de menos a nadie. Definitivamente, ser princesa no era lo que ella creía.
Tras el desayuno, Pérez-osa se despidió. La Fantasi-osa creyó que podría vestirse de princesa y pasear con sus damas de compañía, hasta que Alejandra la dijo:
- Por las mañanas toca estudiar, Nuestro maestro viene dentro de una hora. Pasaré a buscarte para ir al gabinete de estudios.
-¡Como en el colegio?
- Claro. Ciencias, matemáticas, lengua... y para ti, especialmente historia, claro, que no sabes nada de nuestra historia.
Otra sorpresa inesperada: las princesas tenían que estudiar. Subió a sus aposentos a lavarse los dientes, cuando se dio cuenta que sus cosas, que no recogió antes de desayunar, se las habían llevado. Ya se lo habían advertido. Princesa o no, tenía que levantarse a la hora y recoger su cuarto.
Estudiar dos solas era más aburrido que en la clase con los demás. Y el profesor la exigía mucho, porque no había nadie detrás de quien esconderse para soñar despierta.
Tras el descanso del mediodía, a la tarde tocaba ir a la huerta. regar, quitar malas hierbas, podar árboles. Por soñar casi se da con la azada en una pata y con las tijeras de podar casi se corta una garra. Tuvo que concentrarse para hacer bien el trabajo, por lo cual fue felicitada por los reyes a la noche.
Al día siguiente, el tercero, esta vez sí recogió su cuarto; luego, Pérez la contó que sus padres tenían que viajar, y con la abuela enferma, no sabían con quien dejar al osezno, que seguía llorando por sus cuentos nocturnos. Otra sesión de estudios, y a la tarde, a practicar con las armas en el patio. Allí lo pasó fatal, y eso que usaba una espada de madera. Perdió todos los combates con los escuderos, pero al menos no se rindió, aunque tuviera ganas de llorar. Cómo no, la volvieron a felicitar.
Cuarto día. Las noticias de casa se las trajo su amiga Pérez. Habían llamado una tía para que cuidara a su hermanito, pero era algo gruñona y el osito estaba triste. La abuela seguía esperando a su nieta; en el colegio, su grupo estaba en crisis en clase de lengua, pues ella era la mejor en esa asignatura. La Fantasi-osa nunca pensó que la iban a necesitar o añorar...
Por la tarde, intentaron enseñarla a montar su pony, pero fue más lo que se cayó que lo que aguantó montada. Sus sueños de ser una gran amazona y montar como la caballera Lucía, estaban muy lejos de cumplirse.
Por la noche durmió poco y pensó mucho. Las fantasías reales no eran tan buenas, y en su casa la echaban de menos...
Así que cuando fue a desayunar, tuvo que tomar una decisión: quedarse o no. Cuando expuso sus dudas, no la dijeron que se fuera, pero sí la animaron a ser responsable y pensar lo mejor para ella.
- Entre sueño y realidad aconsejaron los reyes-, hay que elegir la realidad, porque ya has visto que las fantasías no son lo que parecen.
- En tu país -añadió la princesa- ya tienes lo que quieres, no lo desprecies por un sueño que no es lo que esperabas y no se podrá cumplir.
- Todos nos alegraremos de verte de vuelta -culminó Pérez- sobre todo ahora que eres menos soñadora y más responsable.
Y al final, ella decidió:
- Tenéis razón; lo mejor es que me vuelva, aunque os echaré de menos también.
- Nos alegramos de tu decisión -asintió el rey Nelo- pero no te preocupes, podrás volver siempre que quieras y te recibiremos con alegría.
- Y para nosotros, siempre serás la princesa Fantasía -añadió la reina Fernanda.
Naturalmente, la osezna no entendía nada, porque la habían dicho que nunca podría volver. Pérez y Alejandra la contaron cómo todo era un plan para que fuera menos fantasiosa y responsable, y aprendiera a vivir mejor y ayudar a los demás que la necesitaban.
Se quedó muy sorprendida, y al final dijo:
- Que me ayudaran unos reyes y una princesa de verdad, sí que es un sueño que ni yo habría tenido nunca. Os doy las gracias por lo que me habéis enseñado.
- Entonces, -anunció la Pérez-osa, hay otra sorpresa: desde ahora formas parte del ejército de Alejandra, y juntos ayudamos a quien lo necesita.
La contaron entonces quiénes eran los otros miembros del ejército y las aventuras que habían corrido. La Fantasi-osa estaba entusiasmada; se cerró un sueño pero se abría otro.
Finalmente, se fue muy contenta, con ganas de ver a su familia. Pérez esperó que pasara el espejo mágico, y se volvió para agradecer a la familia real por su ayuda:
- Muchas gracias, habéis hecho un excelente trabajo. Y hemos hecho feliz a la Fantasi-osa.
- Para eso están los amigos
Hasta la próxima. aventura
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