La Osa Pérez y la Mim-osa

Introducción para quien no conozca aún a la Osa Pérez


En el país de los Osos, también llamado Osolandia, viven los osos más listos del mundo, porque hablan, se visten, van a la escuela, comen en platos y con cubiertos... vamos, que son como niños y personas normales, solo que con más pelo y más gorditos. En su país no hay personas, viven con otros animales en sus casas, dentro de un bonito bosque. Comen verduras, frutas y miel, no comen otros animales, y si vieran un niño, no le atacarían, sino que se harían amigos, porque son muy buenos y agradables.

Como cualquier niño o niña, tienen nombres, pero no son los nombres que se les ocurre a sus padres osos, son nombres que explican su personalidad, es decir, cómo son y cómo se comportan.

Por ejemplo, nuestra amiga la Osa Pérez, se llama así porque es una Pérez-osa y no la gusta trabajar. Su papá es muy divertido y bromista, así que se llama Oso Graci, es decir, Graci-oso. La mamá es más seria, y no se suele burlar de nada, por eso se llama Respetu-Osa. Pérez-osa tiene dos hermanos, a su mellizo, le gusta mucho jugar, con todos los juegos se entusiasma y solo piensa en jugar, así pues, se llama Oso Riji, Riji-oso. Y el mayor es un trabajador que siempre quiere acabar pronto, y por eso es el oso Hacend, Hacend-oso.

La Pérez-osa tiene un espejo mágico por el que pasa al país de una niña, la Princesa Alejandra. Se hicieron las mejores amigas y corrieron sus aventuras juntas. Y siguen juntas ayudando a quienes las necesitan, porque son muy listas y siempre encuentran soluciones.

Empieza la aventura.

 Llegaba el fin de semana, nuestra amiga Pérez-osa, lo esperaba para poder descansar después de una semana de ir al colegio madrugando. Y más ahora que tenían más días de fiesta por ser el principio de la primavera; aunque ya no hibernaban, todavía celebraban la fiesta del fin del invierno con alegría. Su hermano Riji-oso también estaba feliz, no por descansar, sino para poder jugar todo el día con sus juguetes o en la cancha con sus amigos.

Eso se creían ellos, pero la noche del viernes, cuando acababan las tareas para estar libres los días de fiesta, su mamá, Respetu-osa, dejó caer la bomba cuando estaba la familia reunida en la sala.

- Familia, tengo buenas noticias, sobre todo para los oseznos: La tía Rumb-osa viene de visita este fin de semana...

    Estaba a punto de añadir algo más, cuando los dos pequeños gritaron de alegría:

-¡Qué bien, tendremos bonitos regalos!

Y su papá, el Graci-oso, se rio mientras comentaba:

- Vaya ositos interesados. Si la pobre Rumb-osa supiera que solo la queréis por sus regalos...

    Lo cierto es que la osa Rumbo era muy generosa y siempre les hacía regalos a todos. El mejor de todos era el espejo mágico con el que Pérez podía ir al palacio de su amiga la princesa Alejandra, con la que se divertía mucho y corría emocionantes aventuras.

    Iban a seguir hablando, cuanto la mamá añadió con fuerte voz:

- Y lo mejor de todo es que viene con su nieta Mim-osa.

    Los oseznos se quedaron serios al oír eso. La osa Mim era solo un año más pequeña que ellos, pero se comportaba como una bebita consentida, quería que todo el mundo la mimara y la diera gusto. No era una caprichosa llorona, pero sí que conseguía lo que quería a base de mimos y zalemas, mirando a los adultos con ojitos tiernos y parpadeando de forma encantadora.

    Graci-oso fue el primero en reaccionar.

- Qué bueno, hace tiempo que no la vemos, seguro que ha crecido mucho.

- Pues yo creo que seguirá teniendo tres años -respondió su hija- esa no quiere crecer para nada.

- Eso es cierto -siguió su papá- le gusta ser una bebé, pero por un rato es divertida.

- Un rato pequeño. -Murmuró ahora el hijo menor.

- No es para tanto -Concluyó su madre- ustedes sean buenecitos y la pasarán muy bien.

    Y los oseznos recitaron a coro:

-¡Sí mamá...!

    Esa misma noche llegaron las visitas. La tía Rumb-osa traía sus regalitos. Esta vez fue ropa: bonitos vestidos a su sobrina y ropa deportiva para sus sobrinos.

- Por cierto, -dijo al cabo de un rato a la osita- ¿sigues conservando tu espejo grande?

    Ella no sabía que era un espejo mágico, por eso Pérez no quería que lo mirara mucho. De todas formas respondió con entusiasmo:

- Claro que sí, es el mejor de los regalos, tía. Enseguida subiré para ver en él cómo me sientan los vestidos nuevos.

- Claro que sí, en ese espejo te verás como una princesa.

- Seguro que sí, tía. -Contestó sonriendo.- Como una princesa.

    Mientras, Mim-osa, buscando un poco de atención, se dirigió a Respetu-osa:

- Tía, ¿no hay pastelitos de miel? Los tuyos son buenísimos.

- Claro que sí, encanto. Te los puedo hacer ahora.

- Pero yo he visto algunos en la alacena...

- Son míos -se apresuró a responder Riji-oso temiendo ya lo peor.

    Y tenía razón. La pequeña se abrazó a su tía mientras decía con voz melosa:

- Porfa, tía, tengo mucha hambre...

    La osa sonrió y dijo:

- Pues claro, a mi hijo no le importa compartir contigo, ¿verdad, hijo? 


El aludido tuvo que responder:

- Claro mamá... -Pero su sonrisa no era de modo alguno tan encantadora como la de su primita.

    La osita agarró su comida y preguntó:

- ¿Y mi fresquito? Yo quiero limonada con miel...

   Mientras se comía los pastelitos de miel con su fresquito, hubo algo de calma, pero una vez terminados, la pequeña se dirigió a Pérez:

- ¿Me dejas jugar con tus muñecas de princesas?

    Estas muñecas eran la joya de la corona para su dueña; algunas eran regalo de Alejandra. Eran delicadas con lindos vestidos. Nada para caer en manos de esa enana. Por eso la contestó:

- Pero si son más divertidas las muñecas profesoras... Quédate aquí y te las bajo. 

- Tía -fue la lastimera queja- no quiere dejarme sus muñecas, y yo las trato muy bien...

- Pero si la última vez rompiste dos vestidos...

- Hija -su madre interrumpió sin contemplaciones- respeta a tu primita y no seas mala.

    La osita Pérez tuvo que ir a buscar sus mejores muñecas. Para cuidarlas quiso jugar con Mim-osa, pero ésta se enfadó y dijo a su abuela que prefería jugar sola sin que la dijeran cómo tenía que tratar las muñecas.

    La hora de la cena se retrasó porque Mim-osa estaba jugando y no tenía hambre; y volvió a pedir su fresquito. Por el contrario, quiso acostarse pronto, por lo que prohibieron a Riji-oso que hiciera ruido con sus juegos. Su hermana no se enfadó por eso, pero la mandaron a guardar las muñecas y ordenar su cuarto, con lo que aún se acostó tarde.

    El día siguiente tuvieron que levantarse pronto para atender a la pequeña y verla maltratar ahora los juguetes de Riji. Pérez tuvo que hacer un desayuno especial, que al final la invitada no comió (salvo su fresquito). Luego tuvieron que salir de paseo con ella y jugar a lo que ella quería... 

De nuevo en casa, casualmente siempre quiso sentarse donde estaba alguien, jugar con lo que alguno jugaba y comer lo que se llevaban a la boca... Mimo-osa lo pasaba fenomenal y los mayores encantados con sus risas y alegría.

Por la noche, llegaron otras visitas a cenar, la amiga de Riji, Mañ-osa y su mamá. La osa Mimo hizo aún mayor alarde de su personalidad al sentirse amenazada por la osita visitante, que no pudo menos que comentar a Riji y Pérez:

- ¿Así era yo de pesada? Qué horrible, me alegro de haberme curado.

    Los dos asintieron, recordando cómo con ayuda de Alejandra y los reyes la habían ayudado; pero antes de poder responder otra cosa, la tía Rumb-osa, anunció:

- Queridos, como ya sabéis, mañana tengo que irme, pero nuestra osita favorita ha pedido quedarse durante toda la semana. La echaré de menos, pero como tienen fiesta, sé que lo pasará muy bien y además todos la tratan con mucho mimo, así que la doy permiso.

    Los mayores expresaron su alegría, sin darse cuenta de las caras horrorizadas de los pequeños. Aprovechando el bullicio, la Osa Manio, añadió a sus compañeros:

- Entonces, ¿cuándo la vais a llevar a conocer a la Princesa? A mí me curaron ella y los reyes; espero que a ella también la curen.

    Los dos hermanitos se miraron, y Riji respondió.

-Pues es una buena idea, ¿verdad hermanita?

- Ya lo creo, esta noche misma hablaré con Alejandra.

    Así fue. Acabada la cena, Pérez se escapó sin que se dieran cuanta, subió a su cuarto y pasó por el espejo mágico a la habitación de la Princesa, que la abrazó:

- Pérez, qué alegría, aunque es un poco tarde.

- Ya te cuento...

    Al acabar la explicación, Alejandra asintió y trazaron su plan.

- Mañana hablo con mis padres, -dijo Alejandra- a ver qué les parece.

-Seguro que nos ayudan -contestó la osezna, pues sabía que los reyes Nelo y Fernanda eran muy buena onda. Pero tendré que convencer a esa Mim-osa.

- Eso será fácil. Solo dile que no puede venir.

Era una estupenda idea. La princesa se pasó a Osolandia por la mañana para terminar su plan.

- Mi papá el rey me dice que la clave es la responsabilidad. Es decir, que sea mimosa, pero se atenga a las consecuencias.

- Claro, porque aquí, si rompe algo, otros lo arreglan, si no tiene hambre se retrasa la comida, si se hace daño, la curan... Iremos cuando la Mim-osa termine de desayunar, depende qué capricho se le ocurra...

    No fue muy largo el desayuno. La osa Mim pidió su fresquito y algo especial, pero luego se le antojó el plato de Pérez y por fin el de Riji. Entre los tres, comió lo suficiente según ella, y se levantó de la mesa. En ese momento llegó Mañ-osa, que quiso ayudar:

-Hola, Riji -saludó- ¿vamos a ver a Alejandra?

- Buena idea, -asintió el aludido.- ¿Vamos, hermanita?

- Claro que sí. Nos lavamos los dientes y salimos. ¿Vale, mamá?

- Cómo no, saluda de mi parte a ella y los reyes. - Y añadió- ¿Y vuestra primita no puede ir?

    La osita respondió rápido: 

- No, yo me quedo.

- Qué bien, me harás compañía. -Sonrió Respetu-osa.

- Entonces, mejor. -Resolvió Pérez- vámonos ya.

    Y como esperaban, la osa Mim, cambió de opinión:

- Tía, yo también quiero ir, porfa...   


Los otros sonrieron. En pocos minutos, pasaban por el espejo a la habitación principesca, donde esperaba Alejandra. Allí la recién llegada se entusiasmó con todo: había juguetes, vestidos, adornos...

    Saludó educadamente a Alejandra, y tras una pequeña charla, preguntó con su vocecita especial:

- ¿No me puedes regalar algunos juguetes y vestidos?

- Claro que sí. Elige lo que quieras y lo llevamos a la habitación de invitadas.

    Lo que la pedigüeña no sabía es que ya habían seleccionado los objetos de cuando Alejandra era pequeña, sobre todo los más delicados. Los otros estaban en los armarios cerrados con llave, por si acaso. Ella eligió casi todo, y entre todos lo llevaron a la otra habitación. Cuando terminaron, la princesita la dijo:

- Ahora son tuyos, luego te los podrás llevar a tu casa. Vamos a jugar un rato y luego salimos al patio.

    Así lo hicieron. Se pusieron a jugar tranquilamente. Sin embargo, la osezna no tenía cuidado con sus regalos y rompió unos cuantos, así como algunos vestidos y la diadema real de plástico. Cuando se dio cuenta del estropicio se entristeció un poco:

- Se me han roto mis cosas nuevas... -dijo con voz lastimera.

- Claro, hay que tener más cuidado. Vamos a meterlos en el saco de la basura.

    La osa Mim se quedó patidifusa. Se había quedado sin sus regalos y no la ofrecieron más. Puso su carita especial pero no consiguió mucho:

- Pobrecita -se compadeció- la Mañ-osa- Mejor vamos a jugar al patio.

- Yo no quiero -exclamó la pequeña.

- Bueno, -la sonrió Pérez- quédate aquí, y nosotros volvemos en un rato. No salgas sola por los pasillos o te perderás.

    Dicho esto, salieron en tropel todos dejándola sola. Sin hacer caso, siguió jugando con los juguetes que la quedaban, hasta que terminó de romperlos todos. Entonces se aburrió, y quiso ir a buscar a los otros. Cierto que la habían dicho que tuviera cuidado para no perderse, pero no había prestado realmente atención, y naturalmente, eso fue lo que hizo: perderse rápidamente. Le pareció que llevaba una eternidad recorriendo pasillos y escaleras sin ver a nadie. Estaba ya llorando cuando oyó que la llamaban.

- Pobre osita -exclamó la Princesa- Pero ya te dijimos que tuvieras cuidado. Llevamos un rato buscándote.

- Vamos al patio de ejercicios -dijo alegremente Riji.

    A él le gustaba mucho ese patio. Había escaleras para subir, hoyos que saltar, pistas para correr, maniquíes para practicar lucha, caballos en sus cuadras, espadas, lanzas y escudos de madera para practicar... Era a la Pérez-osa a quien no le entusiasmaba el lugar, claro, pero era parte del plan.

    Esta vez la osezna no dijo nada, y se apresuró a seguir a los otros. Al llegar, otra vez Riji tomó la palabra:

- Os reto a una carrera por la pista de lodo. La última vez os gané fácil.

- Porque yo no estaba aquí. -contradijo Mañ-osa. Vas a ver de lo que me sirvió mi entrenamiento de Spider-oso (el oso araña).

- Mim-osa -dijo entonces Pérez.- No te metas en los charcos de lodo que te mancharás toda y no podrás salir. Sería mejor que no participaras en esto.

    Y la respuesta fue:

- Yo quiero correr.

- Entonces -gritó la princesa- preparados, listos, ¡ya!

    Y todos salieron corriendo por la pista llena de barro. El truco era no correr mucho y sortear los pozos. Iban con cuidado, todos menos la Osita Mim, que por querer correr, se cayó de patas en en un gran pozo con el lodo a la cintura. Los demás pasaron a su lado dejando que ella se las arreglara solita, lo que hizo con mucho trabajo y esfuerzo; solo para ver que todos habían llegado ya. Mani-osa fue la campeona. Solo entonces se volvieron a ver a la pequeña.

Pérez fue quien habló primero:

- Ya te dijimos que era muy difícil para ti. Ahora lo mejor será que subas al cuarto y te bañes con agua caliente.

- No quiero... -empezó a decir, cuando se fijó que había un gran balde de agua- Me puedo lavar con esa que hay ahí.

- Si quieres, -condescendió la princesa- pero te advierto que está bien fría.

     Ella agarró el agua del cubo y casi se la tiró toda encima antes de darse cuenta que estaba helada. Sí que se limpió, pero se quedó congelada y gimiendo lastimera:

- Me muero de frío...

- Ya te avisé -le dijo Alejandra- vamos a seguir jugando.

- Ahora vamos a luchar con las espadas de madera -propuso Pérez-osa.

- Yo las traigo -se ofreció Riji-oso.

    Al momento vino con un montón de espadas, todas de madera pero de distinto tamaño. Mim-oso se encaprichó con la más grande y se apoderó de ella. Mani-osa lo advirtió y le dijo:

- Cuidado con esa espada, es demasiado tarde y te caerás al suelo cuando la esgrimas. 

- A mi, me gusta ésta, porfa...

- Como quieras. Ahora... ¡En guardia!

    Empezó el juego. la pequeña no lo hacía mal, pero en un momento quiso golpear a su oponente, la osa Maño, quien la esquivó, y la otra, llevada de su impulso y el peso de su arma, cayó al suelo de morros.

- Ya te avisé, -le dijo dándola una garra para ayudarla a levantarse- pero no lo hacías mal. Agarra otra más pequeña y verás qué bien.

- Yo quería la grande...

- Allá tú -Y se volvió a la princesa gritando:

- ¡Al ataque!


La osita se quedó con la boca abierta por un rato. Luego se cansó de papar moscas, se animó y agarró un arma más pequeña; se acercó a los demás y participó en la lucha general divirtiéndose mucho.

    Estaban descansando cuando llegó el mayordomo de palacio con una jarra de limonada.

- Princesa, señor oso y señoritas osas, el rey les envía esta limonada para cuando terminen de cepillar los ponis de la cuadra.

- Gracias, -sonrió Alejandra. Y añadió a la nueva invitada.- Aquí en palacio no todo es jugar. Mis padres no quieren que sea una niña fresita, mimosa y delicada, por eso siempre trabajamos en lo que nos toca, y hoy nos tocan los caballos, mejor dicho los ponis, que son más pequeños. Vamos a cepillarlos, agarramos cada uno nuestro cepillo y elegimos un poni. ¿Cuál te gusta más? 

- Dame limonada antes, porfa...

- Sin trabajo no hay limonada. Tú eliges. 

    Esperó un rato, hasta que la Mim-osa se decidió.

- Voy a trabajar, elijo el poni negro con la pata blanca.

    Naturalmente tuvieron que enseñarla, pero esta vez no fue caprichosa. También estuvo haciendo preguntas sobre los caballos, porque nunca había visto ninguno. No lo pasó nada mal, y al finalizar, la limonada estaba de rechupete.

    Estuvieron con Alejandra hasta después de la comida. La osezna se portó ya bastante bien, aunque a la hora de la comida pidió su fresquito y luego se empeñó en comer la sopa con chile súper picante y casi se muere allí mismo, mientras que los demás también se morían, pero de risa.

Finalmente volvieron todos a casa, tras despedirse de los reyes y la princesa. Respetu-osa abrazó fuerte a la Mim-osa y la preguntó cómo lo había pasado. Ésta estuvo contando todo, aunque omitiendo que había roto un montón de juguetes y que tuvo otros problemillas. Por eso, Pérez intervino con fingida inocencia:

- No le has contado a mi mamá cuántos juguetes te regaló mi amiga, ni cuando te perdiste en el castillo o cuando te caíste con la gran espada, sin olvidar el baño de lodo y agua fría.

- ¿Qué es eso? se escandalizó la osa- Cuéntame.

    La osa Mim no tuvo más remedio que contarlo todo. Su tía escuchó asombrada y estuvo pensando en reñir a los otros por permitirlo, pero luego reaccionó como una psicoosaloga que era, y preguntó:

- ¿Y qué aprendiste de todo eso?

    La pequeña lo pensó un momento y respondió:

- Que si soy caprichosa y hago lo que quiero sin pensar, me pueden pasar cosas desagradables.

    Todos aplaudieron contentos y pasaron una buena tarde sin problemas. Sin embargo, conforme anochecía, se le fue olvidando la lección: estropeó los mandos de la Play-osa 17, se comió la miel de todos, dejó la habitación de su prima hecha un desastre...

- Esta vez hemos fracasado -reconoció la Pérez-osa- La lección no ha dado largos resultados. Y los reyes y la princesa salen de viaje mañana, así que no puedo pedirles ayuda otra vez.

    A la mañana siguiente, la Mim-osa estaba muy excitada, y antes del desayuno estaba ya gritando:

- ¡Quiero ir otra vez al castillo! ¡Tía, porfa...!

    Su tía ya iba a darla gusto, pero Pérez fue tajante:

- Hoy no podemos ir, la familia real sale de viaje y sería muy poco respetuoso presentarnos allá.

    La alusión al respeto convenció a Respetu-osa, que dijo a su sobrinita:

- Entonces no se puede, piensa otra cosa para divertirte hoy con tus primos.

- Yo tengo que ayudar a Hacend-oso a arreglar los mandos de la play-osa 17. -Intervino Riji-oso.

- Y yo voy a coser los vestidos de mi muñecas. -Dijo a su vez la osa Pérez.- Y añadió: sería muy respetuoso que me ayudaras, ya que tú los rompiste ayer por descuido, claro...

- A mí me parece buena idea, aplaudió Respetu-osa, así continúas aprendiendo a ser responsable. Y me voy, que tengo un paciente. Recuerden que hay que ser buenecitos.

    Y salió antes que la Mim-osa dijera "porfa" y pusiera sus ojitos zalameros. La osita se quedó callada y triste por un momento, pero de repente se animó y dijo:

- Muy bien, Pérez, mientras terminas de limpiar los platos, voy por los vestidos a tu cuarto.

    Y salió corriendo antes que su prima comentara algo. Sin embargo, acabó de limpiar la cocina y no había vuelto. Pensó que estaría jugando en su cuarto, y subió aprisa por si estaba haciendo algún desastre. Pero ella no estaba allí. La buscó en la habitación de las visitas y tampoco. A la calle no había salido... fue a ver si estaba con sus hermanos, pero ellos no la habían visto.

    Hacend-oso se hizo cargo:

- Vamos a buscarla tranquilamente por toda la casa antes de preocuparnos.

   Eso hicieron, pero la osezna estaba desaparecida. Finalmente Pérez dijo lo que todos pensaban:

- Solo hay una salida: se ha ido por el espejo mágico.

- No es tan malo .-dijo su hermano mayor- allí no puede pasarla nada malo.

- Esta vez es distinto. El palacio está de obras y se han ido todos de viaje mientras duran. Habrá muchos obreros que no nos conocen y a saber qué harán si ven una osita que habla. Mi amiga Desastr-osa acabó encerrada en la jaula de un circo...

- Pues tendremos que ir, y ahora mismo. -resolvió el osito Riji.

- Vamos allá -asintió el mayor. Dejemos una nota a papá y mamá por si acaso.

    En unos minuto estaban en la habitación de Alejandra.

- Vacía, -dijo desilusionado Hacend-oso.- Habrá salido a curiosear la enana.

    Se dirigió resueltamente a la puerta, intentó abrirla, pero estaba cerrada con llave.

- Claro- musitó- si se han ido, lo lógico es cerrar bien las puertas. Pero, ¿por dónde ha salido?


- Por aquí, -respondió su hermana- Es una puerta simulada que lleva directamente al salón del trono. No iban a hacer obras allá, así que también estará cerrado. Con un poco de suerte, la Mim-osa sigue allí.

    Siguieron a la osita por un pasillo estrecho que bajaba por unas escaleras. Pronto llegaron a una puerta entreabierta. Era el salón de trono. Pero estaba todo revuelto, faltaban adornos de oro, armas ceremoniales de plata...

- Alguien ha robado aquí. -Exclamó Riji-oso- Se han llevado lo que han querido.

- No. -Corrigió Pérez-osa- Se han llevado las cosas pequeñas. Han dejado los soportes del trono, las grandes lanzas y los escudos más pesados. Era un solo ladrón, con un buen saco, pero uno solo.

- ¿Y se fue con su botín delante de todos los obreros? No creo que sean todos unos ladrones. -preguntó Hacend-oso.

- Tienes razón -respondió su hermana- los reyes tuvieron cuidado, pero se debió filtrar un malhechor. Lo peor es que tal vez se haya robado también a nuestra primita. Ella vino aquí, lo sorprendió... y se la tuvo que llevar.

    Guardaron silencio mientras pensaban. Fuera se oía el trajín de los obreros trabajando. El hermano mayor se decidió:

- Aunque se asusten debemos hablar con los obreros. Debe haber quedado algún caballero que nos conozca.

    Mientras hablaba se dirigió a la gran puerta, y se sorprendió al verla cerrada por dentro. Preguntó a su hermana:

- ¿No habrá otra puerta disimulada? Por ésta nadie ha salido.

- Seguro que sí .-fue la respuesta- creo que está por este lado y que lleva directamente a las caballerizas, es una ruta de escape en caso de asedio.

    Los tres fueron hacia su derecha, y tras una corta búsqueda, Riji la encontró.

- Aquí está. ¿Vamos?

    Fueron. El pasillo era más largo y obscuro, pero los osos lo pasaron sin dificultad, y lo que es mejor, sintieron el olor de la osita desaparecida. 

- ¡Mimosa ha pasado por aquí! Vamos por el buen camino. -Se animó el oso mayor.

    En otro momento, salieron a las caballerizas. Normalmente estaban llenas de caballos, pero ahora, por el viaje, solo había unos pocos. El olor a osita se perdía entre el de los caballos, pero nuestros amigos no se desanimaron y empezaron a buscar huellas en el lodo. Por dentro, los cascos de los caballos habían borrado todo, pero cerca de la puerta tuvieron mejor suerte.

- ¡Aquí hay huellas de osita! -Llamó Riji.- Al lado de estas otras tan grandes y hundidas.

- Deben ser del ladrón -conjeturó Hacend-oso- Un hombre grande cargado con un buen saco.

- Las huellas siguen por aquí fuera -observó su hermana.- Aquí las de osa se ven que se arrastraba, ella se resistió y el ladrón tiraba fuerte de ella. Aquí intentó agarrase a este arbusto y casi lo arrancó de raíz. Si continúa así, podemos seguir el rastro fácilmente. Vamos allá.

- Espera, -advirtió Riji- si nos ven, tendremos problemas.

- Dentro hay algunas capas de trabajo -respondió la osa- eso nos tapará si tenemos cuidado.

- Muy bien -animó Hacend-oso- vamos allá.

    Mientras, la Mim-osa lo estaba pasando mal. Se creyó muy lista cuando se escapó sola por el espejo y más cuando encontró la puerta disimulada que la llevó al salón del trono. Allí encontró un hombre metiendo objetos en un saco. Acostumbrada a que todas la mimaran, no tuvo miedo, así que se acercó a él sin más, y le preguntó poniendo su carita "encantadora".

- Hola, ¿me puedes llevar con la princesa? Porfa...

    El hombre se llevó un gran susto. No la había visto llegar, nunca había visto una osa parlante, y la había sorprendido robando a sus anchas. Y ya que hablaba y encima conocía a la princesa, bien le podía acusar del robo... 

    Tenía que hacer algo, no podía dejar que se escapara y fuera chivándose, tenía que raptarla, y quién sabe, tal vez la podía vender a algún circo o exhibirla en una feria. Así que dijo con una falsa sonrisa:

- Claro que sí, osita guapa, ven conmigo.

    La tomó de la garrita y se la llevó por la otra puerta simulada. Todo fue bien hasta que salieron de los establos y fueron hacia el pueblo. La osezna se asustó al ver que salían del castillo.

- ¡Déjame! -Gritó- No quiero salir, quiero volver a casa.

    Y se plantó en el suelo, incluso se agarró a un arbusto. Pero el hombre era lo suficientemente grande como para poder con la osita y tiró fuerte de ella sin contemplaciones.

- Ahora te vienes conmigo a mi casa, entrometida, ni pienses en escapar.

    Y aunque ella se resistió, se agarraba a los árboles y arbustos y se hizo arrastrar todo el camino, el ladrón la consiguió llevar a su casa, era pequeña y estaba algo apartada del pueblo. Allí vivía con su mujer y dos hijos pequeños. Como todos los ladrones, era pobre, pues el dinero de sus hurtos se le acababa siempre pronto sin dar más frutos. Al entrar, cerró la puerta con una buena tranca y avisó su familia:

- Ya estoy aquí. He conseguido un buen botín del mismísimo salón del trono, y además he raptado una osita parlante que podremos vender en un circo o en un parque zoológico. Mañana me la llevo junto a lo que he robado, al pueblo vecino. Mientras, será nuestra criada.

- Muy bien, esposo. -Aprobó su mujer- Y la osita, ¿de verdad habla?

- Claro que hablo -dijo la prisionera- y soy amiga de la princesa. Suéltame, porfa...


  Pero sus zalemas no tuvieron efecto. Más bien ser reían de ella. El niño agarró al escoba y exclamó:

- Voy a jugar a los cazadores con ella. Prepárate a morir, osa malvada.

    Y por un rato la estuvo persiguiendo mientras la amenazaba con su arma de limpieza. Pronto la niña tuvo otra idea:

- Mejor dale esa escoba y que vaya barriendo, que se gane su comida.

- Yo no se barrer, barre tú, porfa...

    Pero la niña respondió:

- No. Porfa... barre tú o te pegamos con esa escoba y no te damos de comer.

    Y ya estaba por cumplir su amenaza cuando la osita tuvo que aprender a barrer por la vía rápida.

    Mientras, todos se reían de ella:

- Barre mejor este rincón, porfa...

- Pon las sillas en su sitio porfa...

- Ahora vas a hacer la comida, porfa...

    La tocó hacer una sopa de vegetales, sin que nadie hiciera caso de sus gemidos y se reían cuando decía "porfa" y ponía cara mimosa. Al fin sirvió la comida y se sentó a la mesa con todos. Pero llevada por la costumbre, pidió:

- ¿Y mi fresquito...?

    No solo se rieron otra vez, sino que la tocó ir a buscar agua al pozo para beber su fresquito de agua con agua. Y así pasó el tiempo, sufriendo de los niños mimados y haciendo todo el trabajo.

    Al cabo del rato, oyeron que alguien empujaba a la puerta. Al verla cerrada llamaron, mientras una extraña voz femenina preguntaba:

- ¿Podemos pasar? Tenemos algo importante que decirles.

    El ladrón no quería abrir, no se fiaba de nadie, pero la osita, que había reconocido la voz, se apresuró a quitar la tranca, mientras decía:

- Pérez, socorro. Me han raptado cazadores muy malos.

    No había abierto del todo cuando el hombre la empujó para cerrarla de nuevo, pero un buen empujón desde fuera la abrió de par en par. El oso Hacend pasó el primero, y como él sí era adulto, les dio un buen susto a todos mientras gruñía amenazador:

- Liberen inmediatamente a esta osita o lo pagarán caro.

    El raptar sacó un cuchillo y se pensó si resistirse o no. Pero entonces vio a los otros dos ositos amenazar a sus hijos y dio un paso atrás llamándolos para protegerlos. Los osos aprovecharon la ocasión para salir deprisa por el camino.

    Cuando se alejaron el ladrón tuvo una idea: salió al pueblo para avisar a los vecinos:

- ¡Socorro, unos osos salvajes nos han atacado! Son un peligro, vamos a cazarlos.

    Alarmados, muchos hombres salieron armados con machetes para cazar los osos salvajes y les siguieron a toda prisa.

    Los osos seguían el camino al castillo, algo lentos porque la Mim-osa no corría mucho. No les había costado costado mucho seguir el rastro para encontrarla, pero un par de veces tuvieron que esconderse al cruzarse con algunas personas. Acertaron al pensar que entre los tres podían asustar a la familia, pero no contaron con tener que pelear con un grupo grande. Podían usar sus garras y herir a muchos, pero no querían llegar a ese extremo.

    Consiguieron llegar a las caballerizas donde contaban con tomar el pasaje secreto, pero ahora el lugar estaba lleno de obreros. Uno de ellos gritó al verlos:

- ¡Cuidado, unos osos vienen a atacarnos!

    Se armaron rápidamente con palos y orcas y se protegieron en el establo. Nuestros amigos tuvieron que parar, y entonces llegaron los del pueblo:

- Muy bien, vamos a acabar con estas bestias.

    Pérez-osa exclamó entonces:

- No somos osos salvajes, y somos amigos de la princesa y de los reyes. Ese hombre ha robado en el salón del trono y raptó a mi prima.

- Es mentira .-respondió el ladrón- ¡al ataque!

    Pero entre los trabajadores, había unos cuantos empleados de la cuadra que sí conocían a los osos. Uno de ellos avisó:

- Nosotros los conocemos, y sí son amigos de la princesa. Si les atacamos seremos castigados por el rey.

    Al oír esto, todos se pusieron a discutir, y uno de ellos fue a buscar a alguno de los caballeros que se habían quedado en el castillo. En unos minutos tres de ellos, los caballeros Lucía, Kevin y Darwin, hicieron su aparición. Ellos ya habían luchado junto a los osos contra los fanáticos del sumo osordote cuando su secta quiso engañar y robar a los habitantes de Osolandia, y pronto se hicieron cargo de la situación. La caballera Lucía grito:

- Dejen a estos osos, son amigos del rey.

- No permitiremos que les hagan daño - Añadió el caballero Kevin.

- Vuelvan a sus casa y no hagan tonterías. -Terminó el caballero Darwin.

    Los hombres empezaron a bajar sus armas, cuando el raptor gritó:

- Me han acusado de ladrón. Seguro que ellos son los ladrones. Deben ser castigados en las mazmorras reales

    Entonces, su mujer con sus hijos, que habían llegado hace poco, añadieron:

- Vinieron a a nuestra casa a matarnos porque les habíamos visto robar. 

    Todos levantaron sus armas de nuevo y avanzaron amenazantes, cuando de la caballeriza, surgió un buen grupo de osos que venían del salón del trono. Era el ejército de Alejandra. Los padres de Pérez habían leído la nota y comprendieron que había peligro. Así que reunieron al ejército, todos a los que habían ayudado  Pérez y Alejandra (Gol-osa, Desastr-osa, Horror-oso, Engañ-oso, Pulg-oso y Mani-osa, todos con sus familias), y corrieron en su ayuda. Graci-oso, que no era nada divertido cuando estaba enfadado: gruñó fuerte.

- Dejen en paz a mis hijos, será mejor para todos. Obedezcan a los caballeros y vuelvan a sus casas.

    Delante de los recién llegados, los hombres del pueblo ya no estaban tan seguros de atacar. Aprovechando el silencio, Mim-osa habló, pero no con su voz de bebita osa, sino con una voz fuerte:

- El ladrón y su familia tienen el saco con todas las piezas robados del salón del trono en una alacena de su casa. Si los caballeros van a verlo, verán que es verdad y meterán a los ladrones en las mazmorras.

- Buena idea- dijo ella caballera Lucía.

    Los ladrones, viéndose perdido corrieron a su casa para ocultar el botín. Pero los caballeros sacaron sus caballos de la cuadra, y Darwin preguntó a la osita:

- ¿Te atreves a venir en caballo? Tienes que ayudarnos a encontrar el saco.

- Claro que sí -respondió ella- Ayer me hice amiga de ellos.

    Y salieron a todo galope hacia la casa del ladrón. Los osos se miraron sorprendidos, y Pérez-osa comentó:

- Ha cambiado, ya no es Mim-osa, es valiente y decidida. Hasta la voz ha cambiado.

- Parece que se ha hecho mayor con el susto. -Sonrió su papá oso.

    Los del pueblo se quedaron un rato allí con cara de tontos sin saber qué hacer. Algunos empezaban a irse sin decir nada cuando vieron venir los caballeros. Al llegar, la osita bajó del caballo que compartía con el caballero Darwin y dijo sonriente:

- Llegamos antes que ellos y les enseñé dónde estaba el saco con el botín. Lo llevamos a los caballos cuando llegaron los ladrones. Se quisieron escapar, pero los caballeros fueron más rápidos. Ataron al hombre y lo trajimos también. A la mujer y los niños los dejaron libres, aunque estaban llorando sin parar. Lo siento por ellos, aunque son unos niños mimosos y caprichosos, me molestaban y me hicieron trabajar mucho.

- Sería terrible ser como ellos, ¿verdad? -Dijo Pérez guiñando un ojo.

    Los osos se echaron a reír. Mim-osa al principio se quedó seria, pero luego también comprendió y se rió.

- Mientras, la caballero Lucía hablaba a los del pueblo:

- Ya ven que los osos tenían razón y el hombre era el ladrón. La próxima vez no se apresuren, han estado a punto de empezar una lucha para nada. y por cierto, no vayan por ahí contando que los osos hablan, o les tomarán por locos.

    Los hombres sonrieron avergonzados y se fueron a sus casas. Los caballeros se volvieron al ejército de Alejandra:

- Gracias a ustedes hemos evitado el robo. Los reyes se hubieran entristecido mucho. Se merecen una buena fiesta, pero tendremos que esperar a que vuelvan en unos días.

    Y así fue. Cuando todos volvieron al castillo, se organizó la fiesta. La osa Mim fue la invitada de honor. Ella había cambiado mucho; definitivamente dejó de ser mimosa, empezó a ser responsable y dejó de comportarse como una bebita.

     Alejandra se puso muy contenta al ver que finalmente no habían fracasado en su empresa de ayudar a la osita. Por eso le dijo a su amiga Pérez:

- Así son las cosas. Nosotras hicimos lo que pudimos, y el Universo hizo el resto. Mi mamá me comentó que si una sabe pedir y hace su mejor esfuerzo, el Universo siempre ayuda.

- Muy interesante. Pues así seguiremos. -Contestó la osezna.

   


Como de costumbre, la Pérez-osa fue la última en despedirse de los reyes:

- El salón del trono ha quedado muy bien con las reformas

- Claro, aprovechamos que habían quitado los adornos para rediseñar la sala. -Respondió el rey Nelo.

    Y la reina Fernanda añadió:

- Gracias a vosotros que recuperasteis todo lo robado.

- Cómo no. Para eso están los amigos.

    Y así termina este cuento. Hasta la próxima, amigos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Osa Pérez y el ejercito que nunca falla

La Osa Pérez y el Cel-oso

La Osa Pérez y el Vanid-oso