La Osa Pérez y el Orgull-oso (Yo nunca me disculpo)

Presentación para quien no conoce aún a la Osa Pérez

En el país de los Osos, también llamado Osolandia, viven los osos más listos del mundo, porque hablan, se visten, van a la escuela, comen en platos y con cubiertos... vamos, que son como niños y personas normales, solo que con más pelo y más gorditos. En su país no hay personas, viven con otros animales en sus casas, dentro de un bonito bosque. Comen verduras, frutas y miel, no comen otros animales, y si vieran un niño, no le atacarían, sino que se harían amigos, porque son muy buenos y agradables.


Como cualquier niño o niña, tienen nombres, pero no son los nombres que se les ocurre a sus padres osos, son nombres que explican su personalidad, es decir, cómo son y cómo se comportan.

Por ejemplo, nuestra amiga la Osa Pérez, se llama así porque es una Pérez-osa y no la gusta trabajar. Su papá es muy divertido y bromista, así que se llama Oso Graci, es decir, Graci-oso. La mamá es más seria, y no se suele burlar de nada, por eso se llama Respetu-osa. Pérez-osa tiene dos hermanos, a su mellizo, le gusta mucho jugar, con todos los juegos se entusiasma y solo piensa en jugar, así pues, se llama Oso Riji, Riji-oso. Y el mayor es un trabajador que siempre quiere acabar pronto, y por eso es el oso Hacend, Hacend-oso.

La Pérez-osa tiene un espejo mágico por el que pasa al país de una niña, la Princesa Alejandra. Se hicieron las mejores amigas y corrieron sus aventuras juntas. Y siguen juntas ayudando a quienes las necesitan, porque son muy listas y siempre encuentran soluciones.

Cuando necesitan ayuda para alguna de sus misiones, La Osa Pérez y la Princesa piden la colaboración de sus familias y de aquellos osos a los que ya han ayudado antes. Éste es el llamado Ejército de Alejandra, porque se juntó por primera vez para salvar a Alejandra de unos raptores que la habían aprisionado. Ansi-oso, Vergonz-oso, Enfad-osa, Impetu-oso, Mim-osa, Engañ-oso, Religi-osa, Pulg-oso, Desastr-osa, Gol-osa. Mañ-osa y Horro-oso, junto a sus familias, forman este terrible ejército que siempre triunfa.

Empieza la aventura

Nuestros amigos Pérez-osa y Riji-oso estaban en clase intentando escuchar a la profesora de ciencias que explicaba cómo cuidar las plantas comestibles. Casi todos estaban atentos, pero había un osezno que no paraba de jugar y molestar a los demás: Orgull-oso.

Al fin, cansada de sus interrupciones, la docente lo llamó muy seria:

- ¡Orgull-oso, cállate de una vez y ven a sentarte a primera fila! Estás molestando a todos y esta lección entra en el examen de mañana.

    Pero el osito, como su nombre indica, era demasiado orgulloso, y en vez de callarse y obedecer, gritó a su vez:

-¡No quiero!

Todos los demás ositos tenían sus defectos, pero nunca faltaban al respeto a sus osos profesores, y empezaron a enfadarse. La profesora intentando no enfadarse, siguió:

- Pues entonces vete fuera y no molestes, que ya hablaré con la osa directora luego.

- ¡He dicho que no quiero!

Y se agarró a su pupitre con sus garras para demostrar que no pensaba moverse. La docente respondió:

- O te vas fuera o doy por explicada la lección y suspendo la clase, y mañana en el examen, a ver qué hacéis.

Todos esperaban que el osito se fuera, pero no dijo nada, y hasta sonrió. No le importaba que los demás suspendieran por su culpa, porque los despreciaba; solo pensaba en sí mismo. Era muy orgulloso.

Algunos compañeros, pensando que así se libraban de la clase, también sonrieron, pero otros, más responsables, se enfadaron y empezaron a decir en voz alta:

- Vete ya y no nos fastidies, no queremos suspender por tu culpa.

- Me da igual -respondió el mal alumno- no me muevo y ya está.

    A su lado estaba Desastr-osa, que a pesar de su nombre, ahora era de las mejores alumnas (gracias a la Osa Pérez), y le dijo muy seria.

- No seas tan orgulloso, vete de una vez.

Pero el osito, la dio un fuerte golpe con su garra mientras decía:

- No me molestes tú a mí.

    Eso fue un error grave. Antes que la profesora pudiera intervenir, Pérez dijo:

- ¡Ejército de Alejandra. Al ataque!

Entonces, ella misma y unos cuantos oseznos más: Ansi-oso, Vergonz-oso, Engañ-oso, Pulg-oso, Desastr-osa, Gol-osa. Mañ-osa, Riji-oso y Horro-oso (todo el ejército presente), se levantaron, rodearon al oso Orgullo, y antes de que se diera cuenta, salió volando por la puerta.

El expulsado se levantó muy enfadado para volver a entrar, pero la Pérez-osa, que no era nada perezosa para hacer bromas, hizo reír a todos, al decir:

- Qué bien vuelas, ahora te llamaremos Avión-oso. Vuelve y nos das otra lección de vuelo con aterrizaje forzoso.

Con lo que, como buen Orgull-oso, se fue corriendo, porque no soportaba que se rieran de él. Hecho esto, los miembros del ejército se sentaron como si nada para seguir escuchando la lección, y la profesora, más divertida que enfadada,  optó por no dar relevancia al incidente y seguir explicando.


Al día siguiente, todos sacaron buenas notas, menos el oso Orgullo, claro; pero también se ganaron una nota en la que se citaban a sus padres a una reunión, porque los padres del Orgull-oso fueron a hablar con la osa directora.

En su casa, Pérez y Riji-oso ya habían contaron el suceso a sus padres. Papá Graci-oso soltó la carcajada y mamá Respetu-osa se puso seria con ellos por no ser respetuosos. Y no le extrañó recibir esa cita para la reunión.

- Me lo imaginaba -comentó a la familia.

- No te preocupes, -contestó su marido- mañana te acompañaré, creo que nos vamos a reír más aún.

En la reunión estaban todos los padres de los ositos del ejército de Alejandra y los de Orgull-oso. La profesora de ciencias explicó con detalle lo que había sucedido, y apenas acabó, la madre del oso Orgullo, exclamó:

- Esto merece un castigo.

    Y antes que alguien hablara, el oso Graci, respondió:

- Estoy de acuerdo. Ese osito orgulloso debe ser castigado por faltar al respeto a la profesora y a sus compañeros, por desobediente, por interrumpir la clase, por no importarle que se quedaran sin una lección importante, por golpear a la Desastr-osa y por ponerse como víctima, encima.

    Todos aplaudieron con energía, pues no pensaban dejarse hacer por ese Orgull-osito. Y encima, la osa Respetu, añadió:

- Y como señal de respeto, exigimos que el osezno pida perdón y se disculpe con la profesora y sus compañeros.

    A lo que el osito en cuestión, respondió rápidamente:

- ¡Yo nunca me disculpo!

    Y su madre añadió:

- Pero mi hijo ha sido agredido, ellos deben disculparse y ser castigados.

A lo que Respetu-osa respondió.

- Él fue el que empezó. Si no reconoce su falta, no veo por qué nuestros hijos deben reconocerse culpables de nada.

- Además- continuó Graci-oso-. Lo de nuestros niños fue una travesura infantil, mientras que lo del suyo fue una grave falta de respeto y de disciplina. En vez de defenderlo a capa y espada, debería enseñarle mejor a respetar, y sobre todo, a disculparse.

Nueva salva de aplausos por parte de todos. El Orgull-oso salió corriendo por la puerta sin reconocer su falta, y cuando tras vacilar, su madre lo iba a seguir, Respetu-osa, en su calidad de Psicolog-osa la detuvo:

- ¡Espere! Ahora hablemos seriamente y con calma. Su osezno tiene un problema y yo le aconsejo que busque ayuda.

    Y la osa directora, contenta por cómo había pasado la reunión, añadió:

- Eso es verdad. No me gustaría tener que expulsar a su hijo, pero para eso debe reflexionar y no volver a tener esa actitud.

La osa se detuvo, se aseguró que su hijo no la escuchaba y dijo a todos:

- Yo sé que tienen razón, pero él nunca va a aceptar ayuda de nadie, simplemente es así. Y me da miedo, pues por ser demasiado orgulloso va a recibir muchos palos en la vida. ¿Qué podría hacer yo?

    Todos se miraron. Cuando Pulg-oso infestaba la escuela de pulgas, la situación había sido la misma, y Pérez y Alejandra salvaron la situación. Como todos eran miembros del ejército de la princesa, pensaron que tenían que hacer algo ahora también.

    Mientras, los oseznos estaban fuera, en el patio, esperando que sus padres osos salieran de la reunión.

- ¿Creéis que nos castigarán? Preguntó Horror-oso

- No creo -respondió la Pérez-osa- mi papá ya tenía su plan para impedirlo.

    Entonces, Riji-oso añadió:

- Sí, pero esto me recuerda a la reunión que tuvieron cuando Pulg-oso estaba lleno de pulgas.

- Es cierto, -respondió el aludido- en esa reunión se pusieron de acuerdo para ayudarme.

- Pues yo creo -acabó el oso Riji- que va a pasar lo mismo, van a decir que inventemos algo para reformar a ese Orgull-oso.

- Yo temo lo mismo. -suspiró Pérez, dando a entender que no le hacía mucha gracia.

    Y en ese momento salieron los osos grandes, que fueron directos a hablar con los oseznos. La osa Respetu empezó a hablar:

- Hemos conseguido que no os castiguen, pero no que el osito Orgullo se disculpe. Dijo que...

- Yo nunca me disculpo -Acabaron los ositos a coro, porque le habían oído la frase un montón de veces.

- Y ya que sois tan listos -continuó el oso Graci- ¿no se os ocurre cómo ayudarle  que deje de ser un desagradable orgulloso?

    Nadie respondió ahora. Pérez iba a decir que dándole una paliza diaria, pero los papás osos no parecían muy contentos para bromas.

- En el recreo, preguntó la mamá de la Osa Desastre- ¿juega con vosotros?

    La Mani-osa respondió por todos:

- Sí suele jugar, aunque le gusta ser el que manda, y si pierde, se enfada mucho y deja de jugar.

- Hemos pensado, dijo ahora la mamá de Pulg-oso- que le podéis invita a jugar para ver si os hacéis buenos amigos y deja de ser tan orgulloso.

    - Lo podemos intentar .-respondió Riji-oso- Pero como está enfadado con nosotros, no nos habla.

- Y por mi experiencia -continuó el osito Engaño- seguramente querrá vengarse de nosotros.

- Pero lo intentaremos, si os parece buena idea -Acabó la osa Pérez.

    Así lo hicieron, y les sorprendió que aceptara jugar al fútbol sin hacerse de rogar. Eso sí, exigió ser el capitán y poner a los miembros del ejército de Alejandra en el equipo contrario al suyo.

    Pérez, que estaba vigilando, le susurró a su hermano Riji:

- Tened cuidado, creo que os quiere hacer daño. Avisa a los otros.

    Así lo hizo, y gracias a eso se salvaron, porque el Orgull-oso estaba más preocupado en pegar patadas a sus rivales que al balón y en jugar fútbol, con lo que los demás se la pasaban esquivándolo más que otra cosa. Hasta que la Pérez-osa se hartó y le gritó:

- Orgull-osito, ¿no sabes que en el futbol las patadas hay que darlas al balón? Deberías aprender un poco.

    Y el mal jugador se enfadó y amenazó:

- Espera que te atrape y verás la que te doy.

- Sí, me vas a a dar otra lección de vuelo con aterrizaje forzoso, Avion-osito.

    Con eso, el osito se dirigió fuera del campo para dejar el juego, pero Riji-oso, que lo vio todo, le gritó:

- ¿Te vas a llorar como un bebé o sigues jugando?

 


  Así, atrapado por los dos 
hermanos, tuvo que seguir jugando, y sin pegar patadas, además, con lo que se divirtió como todos, aunque no quería confesárselo a sí mismo.

    Como estaba contento, en la clase de matemáticas resolvió muy bien un problema difícil en la pizarra, por lo que el profesor le felicitó, pero el osito respondió:

- Para que vean estos tontos que soy el más listo.

    El maestro le envió a su sitio sin decirle más, mientras que los compañeros no le hicieron caso, pero él se sentó hinchado de orgullo.

    En su casa, a la hora de la comida, Pérez explicaba:

- Pudimos hacer que jugara fútbol sin darnos patadas, pero en la clase de matemáticas volvió a las andadas. Ya nadie le hizo caso, pero él no necesita atención de nadie.

- Aunque burlarse de él fue poco respetuoso -incidió su mamá.

- Sí, pero así reaccionó mejor que cuando lo felicitaron -apuntó el papá ahora.

- Pues no sé qué hacer ahora -dijo la osa- Aunque se me ocurre que la princesa y los reyes nos podrían ayudar, ellos son importantes y responsables, pero nada orgullosos, ni amigos de humillar a otros.

- Es cierto, respondió Pérez- lo que yo he visto, es que a Alejandra la mandan a trabajar con sus manos, en la huerta, o con los caballos, para que no se crea más que nadie. Los mozos de cuadra y los jardineros la respetan, y ella también les respeta a ellos.

- Está bien pensado -meditó Respetu-osa- definitivamente, hija, habla con ellos.

    Así fue que a la hora de la merienda, Pérez fue recibida por su amiga, quien después de darla un abrazo de oso, la invitó al comedor real para merendar con los reyes Nelo y Fernanda.

- Nuestra osita favorita -la saludaron los reyes. -Qué alegría verte por aquí.

- Gracias. Si no tuviera que estudiar y hacer mis tareas, creo que vendría todos los días. -Respondió Pérez.

    La reina preguntó entonces:

- ¿No hay ningún oso que tenga que ser reformado, por casualidad?

- Pues sí -respondió la princesa- Me estaba hablando de uno llamado Orgull-oso.

- El orgullo -reflexionó el rey- es difícil de curar. Conozco varios reyes y príncipes que tendrían que ser curados también.

- Sí es difícil. -dijo Pérez-osa- El ejército de Alejandra está luchando con él, pero con poco éxito. Sólo si nos burlamos de él reacciona, pero no creo que eso le cure nada. Imaginen, que su lema es : "Yo nunca me disculpo".

- Vaya lema. -Se rio la princesa.-Y supongo que tampoco pide nunca ayuda

- Pues no. Mas bien ordena que trabajen por él. Yo creo que le hace falta una paliza diaria.

    Todos se rieron de la broma de la osezna, pero de pronto, la reina propuso: 

- Nada de palizas, lo que hay que hacer es romperle una garra.

    Todos la miraron sorprendidos y esperaron una explicación. En cuando la oyeron, Pérez y Alejandra fraguaron otro de sus planes infalibles.

    Al día siguiente, sin saber lo que le esperaba, el oso Orgullo llegó al colegio como de costumbre. Todo fue normal hasta la última hora de clase, que les tocaba deportes. La profesora les esperaba con espadas de madera.

- Hoy vamos a practicar esgrima (lucha de espadas) -les anunció- Es muy divertido si tenemos cuidado y no golpeamos demasiado fuerte. Lo hacemos como juego. Vamos a organizarnos en parejas. El jugador que toque el pecho del contrario con la espada gana un punto. Pero si le hace daño, queda eliminado. ¡Adelante!

    Muy divertidos, cada alumno agarró una espada y se dispusieron en parejas. La Mañ-osa se situó delante de Orgull-oso. Éste dijo:

- Una osita, qué fácil te voy a ganar.

    Pero él no sabía que su osa oponente practicaba este juego en el patio de armas del castillo de Alejandra, por lo que tras una breve lucha...

- ¡Tocado! -exclamó la osita Mani- yo gano.

- Buena lucha -aprobó la profesora- cambiemos parejas.

    Ahora fue Desastrosa la que luchó con Orgull-oso. Ella también había practicado en el castillo, así que también ganó sin problemas. A continuación fue Horror-oso quien se enfrentó al Orgull-oso, y como también era del ejército de Alejandra, el osito Orgullo sumó su tercera derrota.

- La última pelea -anunció la profesora. Riji-oso va ganando; ahora, a ver si puedes con Orgull-oso.

    Riji era igualmente muy bueno en este ejercicio, y por su parte, Orgull-oso estaba muy enfadado. Al empezar la esgrima, empezó a pegar muy fuerte para asustar a su adversario, pero éste no se inmutó y en poco tiempo fue él el que tiró un fuerte mandoble dando al contrario un golpe en la zarpa.

- Perdona -dijo- Tirabas tan fuerte que me desconcentré. Tú has ganado, pero vamos a la enfermería.

- Estoy muy bien, a  mí no me hace daño una espadita.

    Entonces la profesora llegó, tocó su zarpa y sin más, le llevó a la enfermería. Allí, la osa enfermera le puso un fuerte vendaje, y le explicó al herido:

- No puedes usar esta pata por tres días. No te quites la venda porque puedes romperte el hueso y sería muy doloroso.

Aunque el osito seguía diciendo a todos que no era nada y que él soportaba muy bien el dolor, al llegar a casa ya fue otra cosa:

- Mamá, mamá, me han roto la pata en el colegio.

- Te han vendado toda la pata, ahora no podrás valerte por tí mismo, pobre hijo mío.

Al Orgull-oso no le gustaba que se compadecieran de él, pero como era su familia, lo soportó. Y a cada momento, estaba ordenando a su mamá o a su hermana mayor que lo ayudaran, naturalmente sin dar las gracias, ni pedirlo por favor.

Todo iba bien hasta que su tía vino a buscar ayuda a su vez, porque su mamá (la abuela del osezno) estaba enferma. Las dos osas de la casa fueron corriendo, dejando en casa al osito y su papá. Una hora más tarde, llamaron a la puerta, y cuando abrieron, se encontraron con la Osa Respetu.


- Tengo malas noticias -anunció- tu abuela está delicada. Dice la osa curandera que tiene el covid-oso 87, y que tu madre y tu hermana deben quedarse en cuarentena tres días para cuidarla.

- ¿Y quién me va a cuidar a mí? -protestó Orgull-oso- Mi papá trabaja todo el día y viene por la noche.

- Ya está arreglado, -respondió Respetu-osa- Tu mamá me ha pedido que te lleve a mi casa para que no estés solo y nos ocupemos de ti. Prepara tus cosas y nos podemos ir.

- Papá, yo no quiero...

- No seas bebé, hijo. Más bien deberías estar agradecido que te reciban en su casa. Muchas gracias, Respetu-osa, por su ayuda. Espero que no sea una carga para ustedes.

    Mientras, para demostrar que no era un bebé, Orgull-oso subió a su cuarto y volvió con su mochila llena. La osa estaba diciendo:

- No será un problema tenerle en casa a su osezno, no se preocupe.

    Y con eso, salieron los dos; enseguida llegaron a casa de la osa Respetu.

-¡Oseznos! -gritó al pasar la puerta- Aquí está su amigo Orgull-oso.

    El aludido se sorprendió, porque amigos, lo que se dice amigos, pues no eran, pero los dos ositos llegaron corriendo muy contentos. La Perez-osa le saludó afectuosa:

- Qué bueno que viniste. Vas a estar muy bien con nosotros.

- Lo vamos a pasar bien -corroboró el oso Riji- Ven, vamos a tu habitación.

    Subieron las escaleras y le abrieron la puerta. Todo estaba preparado, solo faltaba que él arreglara sus cosas. Pero con una sola garra no era fácil; sus amigos le miraban sonrientes, pero no se prestaron a ayudarlo. Viendo que no podía, se dirigió a la osita:

- Tú, ayúdame, a guardar mis cosas.

    Sin perder la sonrisa, ella repuso:

- ¿Por qué? ¿Necesitas ayuda?

    Y aunque hasta un ciego podría ver que sí la necesitaba, respondió con su orgullo habitual:

- Claro que no, yo puedo solo.

    Con lo que sudó la gota gorda para poder arreglar sus cosas él solito. Cuando acabó, Riji le sugirió:

- Ven a mi cuarto, vamos a jugar con mi play-osa 17 al fútbol. Tenemos unos minutos antes de ir a hacer las tareas.

- Buena idea.

    Rápidamente prepararon los controles. Naturalmente, con una zarpa vendada no se las apañaba muy bien. Pérez le sugirió siempre con su gran sonrisa:

- Si necesitas ayuda, yo te sostengo el control para que tú solo des a los botones.

    Y de nuevo la respuesta fue:

- Claro que no, yo puedo solo.

    Total, que perdió el partido por goleada y enfadado tiró su control, que por fortuna, cayó encima de la cama intacto. La osezna aprovechó para recriminarle:

- Eso ha estado mal hecho. Deberías disculparte con Riji si quieres volver a jugar.

- Yo nunca me disculpo.

- Allá tú. Vamos a hacer la tarea del colegio.

- Pero si no puedo escribir...

    En ese momento, apareció la mamá, que le dijo a su invitado:

- No te preocupes, ya he avisado al colegio y me han dicho que sólo hagas las tareas de dibujar y pintar. Los profesores han tenido lástima de tu pobre garra vendada.

    Y mientras ella se iba, el osito dijo entre dientes:

- Qué humillación.

    A lo que Riji-oso respondió:

- Nadie te humilla, simplemente te tienen consideración. Hace algún tiempo, mi hermano mayor, Hacend-oso, cayó del tejado y se lesionó más que tú. Pues bien, en vez de sentirse humillado, nos pidió ayuda a nosotros y a un amigo de Oso-tepe. Y hasta lo pasamos bien trabajando todos juntos. Incluso tuvimos una emocionante aventura, pero ya te la contaremos luego, ahora, al trabajo.

    El Orgull-oso no quedó muy convencido, pero no dijo nada. Hizo su trabajo como pudo y acabó por los pelos antes de cenar.

Ya a la mesa, comió las verduras sin mucho problema con la pata izquierda, pero de postre sacaron pan con miel. El pan había que partirlo con el cuchillo, lo que el lesionado no podía hacer. Así que se dirigió al oso Riji que estaba a su derecha:

- Párteme el pan. -Ordenó.

    Pero el osito parecía sordo, por lo que ahora ordenó a la osa Pérez que estaba a su derecha:

- Tú, párteme el pan.

    Pero ella también estaba sorda. Estaba claro que si quería comer miel, debería tragarse antes el orgullo, así que volvió a hablar a Pérez.

- Por favor, ¿me puedes ayudar con el pan?

    Y milagro, a la osezna se le curó la sordera, y con mucho gusto lo ayudó. El Ogull-oso esperaba que se rieran de él o se burlaran de alguna manera, pero en vez de eso, solo le preguntaron si le gustaba la miel casera.

Así fue como el osito se acostumbró a pedir ayuda educadamente sin sentirse humillado.

Al día siguiente siguió mejorando de su orgullo exagerado, siendo educado, pidiendo las cosas por favor (si no, todos se volvían sordos), y sin despreciar a nadie, ni en la casa ni en el colegio.

Llegó el fin de semana, es decir, no había clases Por eso, Pérez y Riji aprovecharon y le dijeron a su invitado:

- Hoy te vamos a dar una sorpresa, te vamos a llevar a conocer a unos reyes y su hija la princesa.

- ¿Reyes y princesa? Como en los cuentos, qué genial 

    Porque en Osolandia a los pequeños también se les cuentan historias de princesas.

- Pero no son osos -continuaron- son personas humanas que viven en otro país, y para llegar allí hay que atravesar un espejo mágico. Eso sí, tienes que prometer que no se lo contarás a nadie.

- Lo prometo, y yo nunca rompo mis promesas -respondió con orgullo.

    Entonces llegaron Hacend-oso y Respetu-osa.

- ¿Listos para ir a ver a Alejandra y sus padres? Les saludáis de nuestra parte. Pero antes de irte, vamos a quitarte la venda de tu zarpa, que ya debe estar curada.

    Con eso, el lesionado se puso aún más contento. Estaba cansado de esa venda.

- Adiós mamá -se despidió su hija- Volveremos para cenar.

    Fueron a su cuarto y rápidamente pasaron por el espejo, encontrándose en la habitación de Alejandra. El Orgull-oso estaba asombrado mirando tantos lujos, y a la princesa también, pues nunca había visto una niña de verdad.

    Tras abrazar a sus viejos amigos, saludó al nuevo:

- Encantada de conocerte. Vamos a pasarlo muy bien. Primero jugaremos en mi habitación, luego te enseñaré el castillo, a la hora del almuerzo conocerás a los reyes y por la tarde haremos las tareas diarias en el huerto y las caballerizas.

    El osezno no entendió muy bien el final, pero el resto sí, y estaba muy contento y algo emocionado. Se sentía muy orgulloso de ser tan bien recibido en un palacio real, nada menos.

    Empezaron a jugar a las construcciones; cada cual ponía una pieza del castillo en miniatura por turnos. En un momento, Alejandra puso mal una pieza y se cayó una pared. Rápidamente, dijo.

- Vaya, me disculpo por mi torpeza.

    Orgull-oso se quedó sorprendido, creyó que la princesa, tanto como él, no se disculpaba nunca. Al cabo de un rato, entre risas y bromas, fue él quien puso una pieza mal. No dijo nada ni se disculpó, pero la princesa, que debía poner la siguiente, se quedó mirándolo sin decir nada y sin continuar el juego. Riji y Pérez le miraban también en silencio. Entonces, haciendo un esfuerzo, dijo por primera vez en su vida:

- Lo siento, me disculpo.

    Todos sonrieron y siguieron el juego. Más tarde jugaron a disfraces, a dibujar... Y llegando el mediodía, Alejandra propuso:

- Vamos a visitar el castillo antes de ir a comer.

    Pronto estuvieron vagando por los corredores y subiendo y bajando escaleras. Para el final, dejaron las mazmorras. Estaban cerradas, pero había un caballero con las llaves. La princesa se dirigió a él:

- Caballero Darwin, ¿sería tan amable de abrirnos la puerta?

    El invitado se quedó otra vez sorprendido. La princesa, que tan importante era, lo pidió por favor en vez de mandárselo.

Las mazmorras le gustaron mucho, y más cuando Pérez-osa le contó cómo había rescatado la familia real en su primera aventura. Al salir, todos dieron las gracias al caballero por acompañarlos. El Orgull-oso iba a pasar sin decir nada, pero comprendió por el ejemplo, y le dio las gracias a su vez, algo a lo que él no estaba acostumbrado.

Llegó la hora del almuerzo. Los reyes estaban sentados, y los osos les saludaron con cariño y respeto. El rey Nelo y la reina Fernanda les recibieron con toda cortesía y mucha alegría.

- ¡Qué bueno conocer un nuevo amigo! Esperamos que lo estés pasando bien.

- Claro que sí -exclamó, y luego, se lo pensó un poco y decidió que no tenía que ser orgulloso, así que añadió- Les estoy muy agradecido por todo.

- Excelente. Camareros, pueden servir, si son tan amables. Empiecen por el invitado, por favor.

    El invitado otra vez se sorprendió: los reyes también eran amables con los camareros, que ni caballeros eran, y encima eran tan humildes que le servían a él primero.

    Tras comer y charlar, descansaron un poco, y Alejandra les dijo a los osos:

- Hora de trabajar. Ya sabéis que mis padres no quieren que sea una tonta princesa orgullosa y delicada, por eso trabajo en la huerta, y luego en las caballerizas.

    Naturalmente, esta explicación iba para el Orgull-oso, quien comprendió rápido. Trabajó como todos, pidió ayuda a los jardineros cuando no sabía algo, aprendió de los mozos de cuadras, se disculpó cuando hizo daño a un potro, les dio las gracias al acabar a los sirvientes... Y acabado todo el trabajo, volvieron al comedor a merendar con mucha hambre.

    Allí, el rey Nelo, entre bocado y bocado, dijo:

- ¿Sabe, Orgull-oso? Al oír tu nombre tuve miedo que fueras un tonto lleno de orgullo, de esos que no piden las cosas con educación, ni se disculpan nunca. Los orgullosos no tienen amigos y pierden muchas oportunidades para divertirse. El orgullo no da de comer, hay que estudiar y trabajar con humildad para conseguir tus metas. Me alegra mucho que tú no seas de esos.

    El osezno estaba un poco avergonzado, pero decidió decir la verdad:

- Para ser sincero, confieso que sí era demasiado orgulloso, pero estar aquí con ustedes me ha hecho ver que no debo serlo; por eso he decidido cambiar, ser amable, disculparme si hace falta y ser agradecido. Me han dado un buen ejemplo.

- Entonces, también nosotros seremos sinceros, a ver si de verdad quieres cambiar. -Habló ahora la reina Fernanda- Tú nunca tuviste la zarpa rota. Todo fue un plan para que te fueras a vivir con Pérez-osa y Riji-oso y ellos te trajeran aquí.

    Orgull-oso estaba muy sorprendido. No le gustaba que le engañaran, claro, pero estaba agradecido con ellos, así que contestó.

- Casi me enfado con vosotros, pero me habéis hecho un favor. Además, yo era desagradable y no entiendo que me hayáis querido ayudar.

    Entonces, todos contestaron a coro:

- ¡Para eso están los amigos!

    Y Pérez-osa añadió:

- Ahora puedes ser parte del ejército de Alejandra, que lo forman todos los que conocen el secreto del espejo y se han reformado de sus defectos. A veces los llamamos para que ayuden, y ya te contaremos algunas aventuras. ¿Quieres?

- ¡Claro que sí!

    Entonces, entraron en el comedor las familias de los ositos, les felicitaron por su buen plan y se alegraron por el cambio del oso Orgullo. Transformaron la merienda en una pequeña fiesta y se divirtieron todos. Cuando se despedían, el ex Orgull-oso, les dijo a todos.

- Gracias a todos. Antes yo pensaba que era el mejor, pero ahora sé que todos somos el mejor, gritemos juntos:

- ¡Viva yo que soy el mejor!

    Y con este lema, fueron pasando el espejo mágico. Alejandra y Pérez fueron las últimas en despedirse. La osita decía:

- Y pensar que yo no tenía ningún interés en ayudar a ese osezno... también he recibido mi lección.

- Buena reflexión. Somos las mejores, pero lo mejor es que podemos mejorar aún más.

- Gracias y hasta la próxima.

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